Pavon; Soy de River y de Talleres
El video viral que descubrió la historia que vincula a Cristian Pavón con el "Millonario"
En Anisacate, el pueblo de Córdoba donde el inquieto jovencito dormía con la pelota junto a la almohada para, apenas clareara, salir corriendo al campito de enfrente de su casa para patearla, el hoy delantero de Boca, el del esfuerzo encomiable para superar el desgarro e intentar estar en la Superfinal de la Copa Libertadores, quería «ser como Messi». Gustaba de la gambeta interminable, a toda velocidad, como cuando encara con el dorsal 7 sobre la camiseta azul y oro. Pero, entonces, si se hubiera dado un Superclásico de tamaña envergadura como el que se jugará en Madrid, hubiese deseado un desenlace diferente al que anhela hoy.
«Soy de River y de Talleres», dice Cristian Pavón en un video que se hizo viral en agosto de 2017, en el que se le advierte una cara aniñada, lejos de este atacante más curtido, con una cláusula de rescisión de 30 millones de dólares, 22 años y un Mundial en el currículum. «Tengo almohada de River», agrega en la entrevista de la confesión.
En efecto, Kichan se inició en el Tallarín, donde debutó en la elite y ascendió de la B Nacional a Primera. Luego fue adquirido por Boca a modo de apuesta y cedido a Colón de Santa Fe. En su regreso al Xeneize, explotó. Y, al ritmo de su buen nivel, surgió la «filtración» de su antigua pasión.
En el mismo video, grabado en la previa de un Superclásico, vaticinó que River, entonces dirigido por Ramón Díaz, ganaría «2-0». Seguramente, en el umbral de la Superfinal, diría todo lo contrario. El año pasado, la filmación le provocó un dolor de cabeza al cordobés, quien debió salir a los medios para aclarar lo que estaba claro: como profesional, defiende los colores de quien lo contrató y cobijó. De hecho, tiene mucho mérito en la actual campaña de Boca.
«Son cosas que les pueden pasar a todos. Lo pasado, pisado. Desde que llegué a Boca, me siento un hincha más. Estoy agradecido a la gente», señaló, para dar vuelta la página. Si el 24 de noviembre, el día de los incidentes con el micro de Boca mientras se trasladaba al Monumental, se hubiera jugado el partido, Pavón no hubiera podido siquiera ir al banco por su lesión muscular que sufrió en la Bombonera, en la Superfinal de ida. El Superclásico lo «esperó», tal vez, para sepultar su simpatía juvenil y transformarse definitivamente en ídolo de la ribera.