Héctor Larrea y Bobby Flores, dos melómanos que se recomiendan discos
La admiración del ex conductor de Rock &Pop por la figura de Larrea tomó forma de programa y encontró en la música su nexo natural; Mirá lo que te traje, por Nacional
Ya lo hacían de manera privada desde hace mucho, pero ahora lo hacen públicamente, los sábados a la noche y a partir de las 23, por Radio Nacional. Héctor Larrea y Bobby Flores se juntan durante una hora a recomendarse discos mutuamente y a hablar de música, como sólo pueden hacerlo dos tipos a los que ese tema ya se les incorporó a su ADN, y como lo vienen haciendo porque les gusta, en bares o en las casas de ambos, casi desde que se conocen.
El programa se llama Mirá lo que te traje y la consigna que deben cumplir es la de sorprender al otro con discos inesperados. «Eso, sólo de mentirita. Imaginate si voy a poder sorprender a este con un disco. Imposible. Como es imposible también que yo encuentre algo que busque específicamente entre mis discos. Lo que hay donde yo vivo es una discoteca con una casa alrededor. Allí no encuentro discos, los discos me encuentran a mí», sentencia con su humor característico Larrea. Flores se ríe y contesta: «Igual, traiga lo que traiga Héctor sabe encontrarle un contexto que lo hace interesante, distinto, al disco que me recomienda. En realidad el programa va más allá de pasarnos discos entre nosotros. Pasarle discos a un amigo es algo que hago siempre. Y si no sabe de qué se trata se lo explico. Acá la idea es que lo que traemos enriquezca a los oyentes y eso está funcionando muy bien».
En el programa Larrea trae de todo, pero lo que más abunda en sus elecciones son los discos de tango, en grabaciones muy particulares. A veces más que versiones de tangos famosos lo que trae son discos en los que intérpretes de tango hacen cosas diferentes a lo que acostumbran, como es el caso de un disco que trajo unas semanas atrás, en el que Aníbal Troilo tocaba en bandoneón unos ritmos brasileños, totalmente inesperados. «Ese disco que trajo esa vez me parece fabuloso, está entre las cosas con las que me sorprendió este año. Las otras dos son una grabación de Waldo de los Ríos haciendo temas clásicos, con arreglos de música pop y uno del grupo Tajy, unos chicos correntinos que hacen chamamé con violín», especifica Flores. «Los Lapacho. Tajy quiere decir Lapacho. Son geniales, y en Corrientes muchos no los aceptan porque usan el violín para hacer folklore. Una pelotudez, como cuando acá los tangueros rechazaban la música que hacía Astor [Piazzolla]», acota el ex conductor de Rapidísimo.
Cuando Bobby Flores llegó a un programa de radio en el que su voz salió por primera vez al aire, Larrea ya hacía más de dos décadas que era famoso. Según cuenta quien fue uno de los pilares de la generación que cambió la onda del medio desde la Rock & Pop, en la segunda mitad de los 80, su debut radial fue en Belgrano, en un programa con Luca Prodan. Aunque antes ya había trabajado fuera de micrófono en Radio Nacional, donde está ahora nuevamente. «En esa época no había academias que te enseñaran a hacer radio. Tenías que aprender de escucharlos a estos monstruos. Héctor, Cacho Fontana, Antonio Carrizo, Hugo Guerrero Marthineitz, Juan Carlos Mareco, Betty Elizalde, Nora Perlé, Nucha Amengual. Maestros de los que aprendimos todos. En mi caso, la voz de Héctor sonaba en mi casa todas las mañanas y cuando accedí a este medio fue como acercarme un poco a ese universo que conocía de oído», recuerda Flores. «Yo lo primero que recuerdo haber escuchado de Bobby era un programa que hacía a la noche con un disc jockey muy conocido de los 80. Allí era el público el que traía sus discos y los recomendaba. Era muy bueno. Pasaban unos temas de la gran flauta», acota Larrea. «Era Alejandro Pont Lezica. Ya en ese entonces los disc jockeys en la radio empezaban a cumplir la función que cumplen actualmente, que es la de una curaduría. Antes lo único que hacían era difundir, sin importarles si era bueno o malo lo que pasaban». Larrea se empieza a reír a carcajadas y enseguida explica el motivo: «Esto me hace acordar a lo que me dijo una vez el director de una discográfica, cuando opiné que era malo un disco que habían sacado. «Para mí los discos son unos objetos redondos que son buenos si se venden y son malos si no se venden. El que usted dice se vende mucho», me contestó. Es su negocio y lo respeto, pero por suerte no toda la gente opina como él».