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Alerta cocaína: la droga en año de elecciones

Un informe de la ONU acaba de difundir un dato que podría pasar inadvertido en la rutina: nunca antes en la historia se produjo tanta cocaína en el mundo como ahora.

Son datos mundiales de 2017, cuando sobre todo Colombia -el gran productor global de la hoja de coca- aumentó su superficie cultivada. A más materia prima, más droga.

Esa droga busca mercado y Argentina ocupa un lugar en él. No tan grande en volúmenes brutos. No tan chico en consumo proporcional a la población: es el primer país consumidor de Sudamérica.

La cocaína que circula en la Argentina no es colombiana, sino boliviana y, en menor medida, peruana. El kilo -un consumidor medio necesita 100 gramos al año- vale 1.500 dólares en la frontera y 6.000 en el conurbano bonaerense. Cuadruplica su valor en lo que tarda en llegar. ¿Un día? ¿Dos? ¿Cuatro? No más que eso.

Entra en camiones, en barcazas por los ríos del Norte o en avionetas que aterrizan en pistas clandestinas (apenas una huella de tierra en un campo lejano) o directamente tiran su carga desde el aire.

La Justicia Federal alertó varias veces sobre la «lluvia» de cocaína en las provincias del Norte argentino y eso incluso mereció una advertencia de la Corte al Gobierno en tiempos de Cristina Kirchner.

Un punto es que los grandes cargamentos de cocaína incautados en la Argentina ocurrieron durante años impares, cuando hay elecciones.

Café blanco en 1995; Strawberry en 1997; Cocaína en carbón vegetal en 2005; Operación Guerrero de los Balcanes en 2009, Fondo blanco -más de una tonelada de cocaína escondida en vehículos estacionados bajo la mismísima 9 de Julio, a metros del Obelisco– en 2013.En 2017 fue Bobinas blancas -dos toneladas-, pero además fue el año de récord histórico de decomiso de cocaína en la Argentina, con casi 16 toneladas.

Los expertos opinan que en los años electorales la cocaína sirve para financiar la política en algunos territorios -hubo concejales salteños, jueces federales, un intendente correntino y un precandidato a intendente de San Martín, en el GBA, procesados y detenidos por vínculos con el narcotráfico-, y para comprar voluntades en territorios difíciles, incluyendo mano de obra para la propia distribución.

¿Qué otra cosa son los «soldaditos» de la cocaína que atienden puestos de venta al menudeo y colaboran como vigiladores de los narcos en las barriadas humildes del GBA, Rosario, Córdoba o Mendoza?

El consumo de droga en la Argentina se cuadruplicó en los últimos 15 años y se agravó en los sectores más pobres. Un trabajo de campo hecho por la Sedronar en el Barrio Tongui de Ingeniero Budge -donde aún no hay cloacas ni red de gas- revela que el 60 por ciento de quienes tienen problemas con las drogas son adolescentes de entre 12 y 17 años.

Que la sustancia más consumida es la pasta base o el paco y que además esa sustancia, seguida de la marihuana y la cocaína es «fácil» de conseguir en el barrio. Mucho más fácil que un ansiolítico sin receta. Lo dicen 121 vecinos en una encuesta de 2018.

El aumento de la ganancia narco suele ir atado en el mundo al tráfico de armas. Casualidad o no, ayer cayó en la Argentina una megabanda que tenía 935 fusiles, ametralladoras y hasta un cañón. Las exportaban vía Paraguay y uno de sus clientes era el temible Comando Vermelho, la principal organización narco de Río de Janeiro.

Entre tanta «rosca» para las PASO, volteretas electorales de factura circense y obsesiones centradas en la política del porque sí, otra realidad anida en las sombras silenciosas de la vida cotidiana.

Y otra vez es año electoral.

FUENTE DIARIO CLARIN

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