Bahía de sangre
El gobierno de las Islas Feroe defiende la tradición que lleva siglos. Cuáles son sus argumentos
El grupo conservacionista Sea Shepherd (Pastor del Mar) documentó con imágenes impactantes la tradicional matanza de ballenas y delfines que ocurre cada año en las costas de la Islas Feroe, una nación autónoma en el Atlántico Norte, dentro del Reino de Dinamarca.
La tradición se remonta al siglo XVI. Los pobladores de Feroe guían cada verano a decenas de ballenas piloto hacia las aguas bajas de la costa y allí son matadas con lanzas que se introducen a través del cuello de los animales para quebrarles la columna vertebral.
Este año, los voluntarios de Sea Shepherd se distribuyeron en 19 bahías de seis pueblos de las islas y se hicieron pasar por turistas para fotografiar y filmar las sangrientas matanzas. Así, pudieron documentar la muerte de 436 ballenas y 198 delfines en los llamados grindagrap, las ceremonias de matanza en la que participan familias completas, incluyendo los niños.
Luego, las ballenas son trozadas y procesadas para ser vendidas en los mercados locales.
A pesar de los reclamos de organizaciones como Sea Shepherd desde hace décadas, el gobierno de Feroe defiende su tradición y se niega a detenerla.
En las últimas horas, emitió un comunicado criticando a los activistas de Sea Sheperd porque «parecen dispuestos a hacer cualquier cosa para pintar una imagen negativa de la tradicional cacería de ballenas de los habitantes de Feroe como ‘barbárica’, ‘innecesaria’ y ‘diabólica’, describiendo a los faroenses como ‘psicópatas sádicos’, con el objetivo de incitar la furia internacional contra ellos».
«Eligieron un blanco fácil, porque la actividad ocurre a plena luz del día en lugares abiertos para que cualquiera la vea», continúa el comunicado oficial, que luego explica que la carne y la grasa de las ballenas son una parte esencial de la dieta de los 50 mil habitante de las islas.
«Las piezas son compartidas mayoritariamente sin el intercambio de dinero entre los participantes de la actividad y los residentes de los distritos donde ocurren», afirma. «Cada ballena provee a las comunidades con cientos de kilos de carne y sebo que de otra manera debería ser importada«, alegan las autoridades.
El gobierno de Feroe sostiene, además, que las matanzas apenas alcanzan al 1% del stock total de ballenas en el Atlántico Norte, por lo que son sustentables en el tiempo y no amenazan a la especie.