CGT insiste en marchar el 18 por su cuenta
Los organizadores esperan reunir a medio millón de personas frente al Monumento al Trabajo. Vuelve Moyano y quedan afuera los kirchneristas Palazzo y Yasky.
La pata “piquetera” será la de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, la central de movimientos sociales nacida en la gestión de Mauricio Macri y que se incorporó al Frente de Todos con militantes y funcionarios. Allí tallan el Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie, entre otros sellos caracterizados por su poder de movilización y su asimilación al oficialismo. Sindicalistas y dirigentes sociales volverán a reunirse este martes a las 15.30 como cada semana en el último mes y medio para avanzar en los detalles organizativos.
Aunque minoritarias respecto de los participantes, también son llamativas las ausencias. Corresponden, a grandes rasgos, a las vertientes sindicales alineadas con Cristina de Kirchner. Se destaca el bancario Sergio Palazzo, el dirigente gremial ungido con la candidatura a diputado nacional más relevante para las legislativas por orden de la vicepresidenta. Tampoco tomaron parte de las reuniones previas el curtidor Walter Correa ni la judicial Vanesa Siley (Sitraju), que en noviembre irán por la renovación de sus bancas de igual modo con la bendición de Cristina. Otra rama gremial no convocada fue la CTA de los Trabajadores, que encabeza el también diputado y candidato a renovar Hugo Yasky, otro leal a la expresidenta.
El “derecho de admisión” no es aleatorio. Se trata de una respuesta sindical al empoderamiento que registraron los dirigentes a partir del vuelco hacia el peronismo tradicional del oficialismo tras la derrota electoral. Buena parte de ese empoderamiento se lo deben a la impronta del jefe de Gabinete, Juan Manzur, un observante fiel de todas las liturgias posibles. Desde su llegada al cargo todos los gestos relacionados con el ámbito laboral Manzur los hizo en perfecta sintonía con la CGT, incluso la propia ceremonia de asunción del nuevo elenco ministerial. A tal punto que la central mayoritaria fue invitada a la mesa junto con Alberto Fernández para presentar el proyecto de ley de creación de “comités mixtos de seguridad e higiene” en empresas en el que había tenido poca participación a diferencia de la CTA-T, impulsora clave de la iniciativa.
La marcha tiene previsto arrancar a las 14 del lunes con una concentración en la intersección de Defensa y avenida Independiencia para trasladarse hacia el Monumento al Trabajo, a pasos de la sede de la CGT. Allí se dará lectura a un documento que tendrá como ejes la consigna de “desarrollo, producción y trabajo” con participación de los asalariados. Una premisa alimentada por el alineamiento de todos los participantes a los programas oficiales de conversión de planes sociales en empleo.
El consenso entre sindicalistas y movimientos sociales tiene un correlato interno. En el Congreso de renovación de autoridades la CGT votará el 11 de noviembre por incorporar a su estructura un “Observatorio de Políticas Sociales” para sentar, por primera vez en su historia, a dirigentes sociales a su mesa. Será en carácter de invitados, con voz pero sin voto, aunque para ambas partes se trata de un cambio de paradigma impensado hasta hace un lustro. Útil para los gremialistas, que esperan sumar a su agenda la potencia callejera del sector y los eventuales afiliados de los perceptores de planes reconvertidos en trabajadores formales, y para los movimientos sociales, a tiro de un escalón más de institucionalidad luego de los reconocimientos administrativos que les facilitó la gestión de Cambiemos.
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