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El ala cristinista del FdT intenta consensuar una salida negociada de Guzmán

Cristina Kirchner avaló la participación de Massa en el nutrido grupo que acompaña a Fernández a la Cumbre de las Américas, pero con una condición: volver con una salida negociada del ministro de Economía del Palacio de Hacienda.

Los coletazos de “La Fiesta de YPF” y las humoradas sobre “las Lapiceras de Alberto”, persisten entre los muros de la sede del Poder Ejecutivo. Para algunos colaboradores presidenciales, el evento de la petrolera fue una celada en la que Alberto cayó ingenuamente. “Con Cristina no se puede ser tan inocente”, sentenció un ladero desencantado con la decisión de asistir al evento que tomó Fernández.

Es que hacía tres meses que la postura -inteligente según los asesores más cercanos al Presidente- de mantener distancia del kirchnerismo venía dando buenos resultados. La estrategia giraba en torno a un Sergio Massa auspiciando de delegado de la senadora Kirchner en Balcarce 50, y canalizando sin turbulencias los reclamos del ala camporista. El problema fue que todo se fue por la borda cuando “la Jefa” tomó la palabra en Tecnópolis e hizo lo que mejor sabe hacer: exponer la debilidad de quienes ponen en duda su poder y autoridad.

Las diatribas de la exmandataria giraron en torno a la licitación del gasoducto Néstor Kirchner, exponiendo así las turbias aguas que vinculan a Paolo Rocca de Techint con su exsocio de fórmula -aunque Matías Kulfas haya salido a contrariarla- y la audacia le haya costado el cargo, cualquier otro podría haber sido el cuestionamiento que inevitablemente desembocaría en resultados similares. Lo increíble fue que, en la dinámica coyuntural vernácula, el economista pasó en pocas horas de ministro de la Nación a testigo citado en Comodoro Py para dar testimonio como testigo en la causa por la licitación de esa obra fundamental.

Lo cierto, es que el objetivo de máxima se cumplió, y ya hay un anticristinista menos en el Gabinete nacional. Quienes caminan los pasillos de la administración central entienden que Daniel Scioli será un replicante de quien tenga la sartén por el mango en el Frente de Todos. Obviamente la respuesta sobra. La única alarma que sonó en la coalición gobernante cuando se dio a conocer el nombre del reemplazante, fue la mala (y/o nula) relación entre el ex mbajador en Brasil y el tigrense que preside la Cámara baja. Diferencias con él y su esposa, Malena Galmarini (AySA), que vienen de larga data.

La secuencia completa dejó en claro que lo más importante para el titular del Ejecutivo es culminar su engorroso mandato con las menores turbulencias posibles, y de esa manera mantener algún tipo de injerencia en el futuro del PJ, del que es su principal autoridad hasta que ocurra aquello que dijo CFK el 9 de diciembre de 2015, antes de dejar el Poder: “A las 12 me convierto en calabaza». Lo de la reelección suena a entelequia y hace rato que es un rumor que cumple la intención de no vaciar de gobernabilidad a Alberto Fernández.

En el Instituto Patria afirman que es tarde, que no hay proyecto de ley de “Renta Inesperada” (ni otros ‘gestos’) que garanticen mejoras económicas. El acto de anuncio -casi sin convocatoria- que hicieron Fernández y Guzmán en el Museo del Bicentenario, certificó lo que diría Massa poco después: «Difícil” que la normativa se apruebe en el Parlamento.

El otro cambio que augura más en el comienzo de la última etapa del Gobierno, no sorprendió a nadie porque se venía adelantando hace rato. Se trata del retorno de Agustín Rossi, en este caso al frente de la AFI. Descartada la jefatura de Gabinete, en la que se sostiene Juan Manzur, y mucho más la cartera de Interior del presidenciable Eduardo de Pedro, al santafesino no le quedó otra opción que aceptar lo que rechazó varias veces. Su misión será potenciar las causas que tienen como protagonista a Mauricio Macri y a María Eugenia Vidal: Espionaje ilegal a los familiares de las víctimas del ARA San Juan y la Gestapo antisindical.

En el brindis del Día del Periodista, que caprichosamente se hizo en el Patio de las Palmeras bajo un frío que intentó una salutación protocolar y rápida, Fernández no pudo escapar a las preguntas de los acreditados de Casa de Gobierno -que fueron convocados a las 14:30- y esperaron con su Decano, Roberto Di Sandro (de 91 años) casi 45 minutos al Presidente.

Un Mandatario que estaba al tanto de los retos violentos que la portavoz Gabriela Cerruti había espetado a los trabajadores de prensa de la Casa la semana anterior, a quienes acusó de algo que la propia jefatura de Gabinete se encargó de desmentir: Manzur nunca esperó ni se quejó por la supuesta tardanza en una conferencia que lo tenía como protagonista. Algo que la cuestionada vocera discurrió para procurar domar a quienes considera sus subordinados y no profesionales del periodismo.

En ese frugal ágape, el jefe de Estado fue consultado por el incidente que dejó afuera a uno de sus hombres de mayor confianza desde las épocas del albertista Grupo Callao. “No me gustan los Off, las cosas dichas en secreto. Cuando un funcionario habla tiene que hablar públicamente. No me gustó lo que hizo Matías (Kulfas). Lo que piensa Matías, es lo que piensa él, no comparto lo que piensa Matías”, manifestó Fernández, despegándose de la explosiva carta de dimisión que presentó el echado integrante del Gabinete nacional.

Al Presidente también se le preguntó sobre las declaraciones (para muchos en tono de broma y para otros de sarcasmo) del empresario supermercadista, Federico Braun, en el Foro de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). A ese respecto Fernández declaró: “No me parece responsable que se le pregunte a un empresario de esa magnitud, cuál es la solución que tiene para la inflación, y que su respuesta sea remarcar precios. Me parece de una gran irresponsabilidad”. Otro argumento que compartió con su Vice.

La noche llegó y el principal funcionario de la Rosada partió con una numerosa comitiva hacia Los Ángeles con el fin de participar de la Cumbre de las Américas. El plan oficial: posicionar al mandatario argentino como un líder regional empoderado por su presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Después del saludo de la pareja presidencial argentina con el matrimonio Biden y algunas reuniones con empresarios, Fernández expuso en el pleno del encuentro de jefes de Estado, donde expresó con su par norteamericano y su vice Kamala Harris observándolo: “Lamento que no hayamos podido estar presentes todos los que debíamos estar”, esto en referencia a la no invitación a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Una responsabilidad que direccionó al país anfitrión: EEUU, al que a su vez objetó por los bloqueos económicos sobre los dos primeros.

El principal funcionario de la Casa Rosada también cuestionó a la conducción de la Organización de Estado Americanos, a la que acusó de facilitar el golpe de Estado en Bolivia, bajo la responsabilidad de su secretario General, Luis Almagro (de quien pidió su dimisión), y a la vez culpó de apropiarse de Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Hubo un pasaje dedicado a Donald Trump, acusado por facilitar el endeudamiento de la Argentina con el FMI.

En el medio de esta agenda internacional, se dio a conocer el Índice de Precios al Consumidor de la CABA, cuyo número encendió las alarmas en el palacio gubernamental, ya que dio 5,5% en el pasado mes de mayo y presagia la cifra a nivel nacional. A ese mal indicio, se incorporó la caída de bonos argentinos (CER) atados a la inflación, que se desplomaron hasta 15 por ciento e impulsaron el Riesgo País hasta los 2069 puntos, un 1,2% que es récord desde el acuerdo de canje con acreedores privados en 2020. Desde el Estado de California, el primer mandatario aseguró que el tema “se va a ir ordenando paulatinamente¨.

PolíticayMedios pudo saber que Cristina Kirchner avaló la participación de Massa en el nutrido grupo que acompaña a Fernández a la Cumbre, pero con una condición: volver con una salida negociada del ministro de Economía, Martín Guzmán, del Palacio de Hacienda. Es por eso que las usinas comunicacionales que rodean al Presidente hicieron circular que la presencia del mandamás del Frente Renovador en el viaje tiene que ver con un “rediseño del Gabinete”; “repensar el Gobierno”, y hacer una “entrada a boxes”. Todas frases repetidas desde los cotos mediáticos oficialistas y “opositores”.

El viernes, Alberto Fernández cerró su rueda de encuentros con pares como Gabriel Boric Font (Chile) y Pedro Castillo (Perú). Horas antes había estado con el canadiense Justin Trudeau, y por la noche el chárter alquilado de Aerolíneas Argentinas retornó a una Buenos Aires que en sus calles permanece alejada de los temas geopolíticos porque no paran de aumentar los precios de los alimentos y de todos los rubros de primera necesidad. Con este panorama, el flamante secretario de Comercio Interior, Guillermo Hang, ya autorizó incrementos del 6,4% en siete cortes de carne, de un 20,4 en el kilo de papa, y negocia unos pocos productos en el contexto del fracasado programa de Precios Cuidados, que selló la suerte de su antecesor.

Esto es en lo que hace foco la Vicepresidenta y su hijo Máximo Kirchner, quien, mientras el Presidente salía otra vez del país, participó de un acto en memoria de los fusilados de José León Suárez en épocas de prescripción del peronismo. Lo hizo junto al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, un adlátere de Fernández pero que no corta lazos con el kirchnerismo. En ese marco, el diputado y titular del PJ bonaerense expuso que hay que “sumar, construir, convencer y modificar pequeñas realidades diarias”. Un mensaje que vuelve a tener como destinatarios a quienes entienden que lo que se pactó con el Fondo Monetario es positivo para la Argentina.

Si todavía queda alguna chance de oxigenar lo que queda en el Gobierno del desmembrado FdT, es un cambio en la comandancia de las decisiones económicas, infieren en el Patria. La “unidad” es un artilugio vacío que permite a algunos accionistas de la coalición gobernante llegar con más aire al 2023, y al menos conservar cuotas de poder territorial. Un veterano dirigente justicialista que pisa firme en la Provincia de Buenos Aires hizo una observación que resulta interesante: “En 2019 Fernández decía que con Cristina no alcanzaba y sin ella no se podía. Me pregunto qué puede haber cambiado ahora, a pesar de todo, en el camino que queda hacia la próxima pelea electoral”.

  • Periodista Juan Pablo Peralta
  • Corresponsal de Cafe Prensa en Casa Rosada 

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