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Hernán Sachero, un rocanrolero desganado al que un trasplante de riñón convirtió en campeón mundial

Para sus amigos sigue siendo «el gordo». «¿Vos te acordás de lo que eras?», es la pregunta que precede a las cargadas. De metalero noctámbulo a deportista ejemplar. De llevar una vida de excesos a entrenarse todos los días y tener una alimentación saludable. De un rock & roll constante a dar charlas de concienciación en escuelas. Nadie puede creer que hayan pasado apenas siete años entre aquella persona que era y la que es hoy. Ni siquiera el propio Hernán Sachero.

En medio, un grave problema en los riñones y un trasplante con su hermana como donante. Lo que podía ser una tragedia terminó siendo un renacer. Sachero encontró en la natación su hábitat de superación personal. Lleva 13 medallas ganadas en Juegos Mundiales de Trasplantados, una competencia que cuenta con el apoyo del Comité Olímpico Internacional (COI). «Me pasaron tantas cosas que siento que nací trasplantado», dice para la nacion, sentado en las tribunas que dan a la pileta olímpica del Cenard.

Tenía 30 años cuando sucedió. «Vivía de mal humor. Estaba cansado, sin ganas de hacer nada», cuenta. Hizo una consulta creyendo que la culpa era de su exceso de peso -la balanza acusaba 110 kilos- y de su vida sedentaria: jugaba un poco de waterpolo pero no podía practicarlo normalmente porque empezaba a tener problemas respiratorios. Lo citaron a la clínica para entregarle personalmente los estudios. El diagnóstico fue insuficiencia renal crónica (IRC), que consiste en la pérdida progresiva e irreversible de las funciones renales, que deriva en la imposibilidad de generar la orina que elimina de la sangre las toxinas.

Hernán Sachero lleva ganadas 13 medallas en los Juegos Mundiales de Transplantados
Hernán Sachero lleva ganadas 13 medallas en los Juegos Mundiales de Transplantados 

Su primera reacción fue pensar que moriría. «La desinformación es un enemigo importante. Por suerte di con buenos médicos, que explicaban todo», afirma. Cambió su alimentación y dejó cigarrillos, alcohol y hasta su banda de rock. Bajó 35 kilos, pero no eran suficientes. Tenía dos caminos: estar conectado a una máquina de diálisis durante cuatro horas al día, y recibir un trasplante.

«Es muy común en Argentina que la primera solución a una insuficiencia renal sea la diálisis porque no hay órganos disponibles. Sí, mantiene con vida, pero deteriora física y mentalmente», dice Sachero. Según datos del Incucai, en 2017 hubo 1218 trasplantes renales (apenas 370 de donantes vivos), y en la actualidad hay 6063 personas en lista de espera.

Hernán tuvo la suerte de encontrar un familiar compatible y predispuesto a entregar un riñón. Era Vanina, la menor de tres hermanos, pero él no quiso saber nada al principio. «Me sentó y me dijo «sos un egoísta. A la decisión estoy tomándola yo. Si no dejás que te ayude, sos un pel…»». Transcurrieron dos años entre la noticia y el trasplante. Dos años de digerir la novedad, informarse y acercarse a su hermana.

Fue el 25 de abril de 2011. Sachero no remarca nada en particular de aquel día. Apenas un «todo va a estar bien», y cada uno a su terapia. Nada de fantasía, de los dos tomados de las manos en el quirófano hasta que la anestesia los desvanece. No. Se sintió diferente al despertarse. «Me cambió el humor, las ganas. Todo», recuerda. ¿Y Vanina? A los tres días pudo irse a su casa para amamantar a su hija de pocos meses. «Eso nos unió aun más. Agradezco el acto de amor que tuvo conmigo», subraya.

Volver a vivir

Habían pasado apenas seis meses de la operación cuando no aguantó más la ansiedad y volvió al deporte. «El trasplante me devolvió la vida. Siempre digo que, en vez de un riñón, me metieron un motor», se complace. Imposibilitado de jugar al waterpolo, eligió la natación. No era una novedad para él. Casi la lleva en los genes: su prima es la nadadora olímpica Virginia Sachero, que compitió en Los Ángeles 1984.

«Nadar me genera paz y tranquilidad. Ahí estoy solo, sin hablar con nadie y pensando, poniéndome objetivos. Me hace sentirme libre. Nadar es como volar pero en el agua», comenta. Eran 500 metros por día, tres veces por semana, hasta que lo frenaba su entrenador.

El trasplante me devolvió la vida. Siempre digo que, en vez de un riñón, me metieron un motor

Se enteró de la existencia de las competencias de la Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina (Adetra) y eso fue un camino de ida. En sus primeros Juegos Nacionales, Sachero venció en las seis categorías en que participó. Lo sintió como un mensaje: «Algo de futuro puedo llegar a tener».

Obtuvo 13 medallas (cuatro doradas, cinco plateadas y cuatro de bronce) en tres realizaciones (Durban 2013, Mar del Plata 2015 y Málaga 2017) de los Juegos Mundiales. A los 39 años integra el podio de los nadadores argentinos más ganadores, junto a Lucas Ferrini y Rosaura Escudero, y sigue compitiendo. «Hay muchas diferencias entre un nadador convencional y uno trasplantado. No podemos consumir batidos proteicos, entonces nuestro esfuerzo es aun mayor y la recuperación es natural, descansar en la casa. Nuestra alimentación debe ser equilibrada en hidratos de carbono para no aumentar de peso. También tengo restringidos los azúcares, el alcohol y el cigarrillo», advierte.

Hernán Sachero en su hábitat: el agua
Hernán Sachero en su hábitat: el agua Fuente: LA NACION – Crédito: Rodrigo Néspolo

Guarda un momento imborrable. Dos años después de la intervención viajó a Sudáfrica para sus primeros Juegos. Debutó en los 100 metros pecho y ganó en 1m29s, la mejor marca de su carrera, a centésimas del récord. En el podio le cayó la ficha. «Antes era el hombre de hierro, pero me hicieron subir con la bandera argentina, me colgaron la medalla y no paraba de llorar…», completa, con la voz quebrada. Hoy ve todo desde otra perspectiva: emocionarse no es síntoma de debilidad, sino de madurez.

La segunda oportunidad

Hernán vive en Mar del Plata con Natalia, su compañera de vida que transitó junto a él toda su transformación. Hasta noviembre trabajó en el Cucaiba produciendo eventos y capacitaciones y asistiendo a los equipos de procuración de órganos desde su vivencia de paciente.

Vio en su historia una forma de ayudar. En vez de victimizarse y preguntarse por qué a él, eligió hacerse cargo. Desde hace unos años es vicepresidente de Adetra y brinda charlas concienciar sobre la importancia de donar. Su formación como periodista deportivo le permitió abordarlo desde otra perspectiva. Trasplantados hay muchos, pero pocos pueden transmitirlo desde un lado positivo, de esperanza.

Su mensaje es que no se recibe un órgano sino una segunda oportunidad, «para replantearse un montón de cosas de la vida». También, para «dejar de hacerse tanto problema por todo» y valorar a los seres queridos, porque «detrás hay familias, parejas, hijos, amigos que están pasando por lo mismo». En definitiva, una nueva posibilidad para devolver algo de lo que recibió. Ahí está su causa.

Un acopiador de podios

Sachero ganó 13 medallas en sus tres participaciones en Juegos Mundiales de Trasplantados. En Durban 2013 cosechó oro en 100 metros pecho, plata en la posta 4 x 50 libre y 50 espalda, y bronce en 100 libre. En Mar del Plata 2015, oro en 50 y 100 pecho y en 200 medley; plata en 4 x 50 medley y libre, y bronce en 50 espalda. En Málaga 2017, plata en 4 x 50 medley y bronce en 100 pecho y 100 espalda.

Ser donante de órganos

Según el Incucai, hay 6063 personas en espera para recibir un trasplante renal. El organismo ofrece varias alternativas para que una persona exprese su voluntad de ser donante; las principales son registrarse en www.incucai.gov.ar, llamar a la línea gratuita 0800-555-4628 (INCU) y dejarlo asentado al tramitar el DNI.

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