Huevos de Pascua: los tres posibles orígenes de esta típica tradición
Aunque no hay una acuerdo sobre cómo surgieron, se cree que podrían remontarse al antiguo Egipto, a la diosa teutónica de la luz o a la cuaresma católica.
Pasan los años y todavía no hay un consenso global sobre el origen de la tradición de los huevos de Pascua. De chocolate, rellenos con golosinas, pintados a mano o envueltos en papel colorido. Todos están de acuerdo en que es un dulce que no puede faltar en la mesa. Más allá de las múltiples teorías sobre su procedencia original.
Una respuesta podría encontrarse en el antiguo Egipto, para esa cultura, el huevo simbolizaba la vida. Incluso aparecía en los jeroglíficos, como un elemento destacado por los dioses. «Dios es uno, él creó la vida de lo inanimado y creó polluelos de los huevos».
En las celebraciones actuales de la pascua egipcia, el huevo sigue ocupando un rol central, ya que se relaciona con el comienzo de la primavera, la época de mayor fertilidad y bonanza para las cosechas.
En estos festejos modernos, se acostumbra hervir los huevos que luego son pintados y decorados con frases para los seres queridos. Una vez listos, los dejan en canastas con hojas de palma y los cuelgan en los árboles sobre las casas, esperando que los dioses se los lleven con sus deseos al amanecer.
Otro de los posibles orígenes estaría relacionado con Eostre, una diosa teutónica de la luz naciente del día y de la primavera. Según el monje Beda el Venerable, de ella surge el término inglés para Pascua, «Easter».
Esta deidad era venerada por los babilonios como Astarté o Istar, la diosa de la fertilidad. Sus símbolos eran los huevos, que se traducían como una señal de nacimiento, y los conejos, ya que representaban la reproducción prolífica. Ambas figuras son las que utilizan hoy por hoy como símbolo de las Pascuas.
Un origen más moderno podría ser la Cuaresma católica. En la antigüedad, además de prohibirse el consumo de carne durante este periodo (40 días antes de la muerte de Cristo) también se le sumaba la orden de no comer huevos.
En ese entonces, las familias los conservaban. Primero, los recubrían con una cera para evitar que se pudrieran. Y, con el paso del tiempo, se incluyó la tradición de pintarlos con colores para regalarlos a los familiares y amigos durante el domingo de Pascua.