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Juan Martín Del Potro depende de sí mismo para ser el N° 1

Necesita ajustes a su juego para lograr algo que ningún argentino consiguió.

Es clave para competir con Nadal, Federer y Djokovic. El exitismo ubica a Juan Martín Del Potro mucho más arriba de lo que Juan Martín Del Potro es y representa en el circuito. Pura lógica argentina, desde que empezó a recuperar su mejor nivel en un regreso a los primeros planos tangible desde aquel debut soñado en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 -cuando superó a Novak Djokovic, por entonces número 1 del mundo-, al tandilense no se le exige menos que el primer lugar del ranking. Y si bien hoy sólo tiene tres lugares por subir para llegar a ese objetivo mítico al que ningún tenista argentino llegó, la distancia, en la práctica, es mayor.

No sirve comparar las carreras de Rafael Nadal, Roger Federer y del propio Djokovic con la de Del Potro porque ahí el argentino pierde por goleada contra la enorme cantidad de títulos obtenidos -nada menos que 14, 17 y 20 de Grand Slam, respectivamente-y el mejor ranking alcanzado por aquellos tres. Pero entre el parate que anunció el español para el fin de la temporada (por su rodilla lesionada recién volverá a jugar en el Masters 1000 de París), la edad (37 años) del suizo y el nivel del serbio que está lejos todavía de aquel que lo llevó a ser el mejor del mundo por escándalo (entre mediados de 2014 hasta casi fines de 2016), el argentino encontró una puerta. Claro que aunque si bien esa hendija está abierta, debería cambiar algo para subirse a un tren que difícilmente vuelva a parar en su estación en el futuro.

Del Potro tendría que realizarle algunas pequeñas, casi imperceptibles modificaciones a su juego para asaltar la cima. El tema central es que los tres monstruos le empezaron a tomar la mano a su potencia, a su manera de dirigir la pelota cuando se invierte para pegarle de drive, el golpe que, junto con el saque, forma parte de su combo ideal. Y tanto Nadal como Federer y Djokovic tomaron cuenta de las pocas variantes que encontró desde la base en los últimos tiempos, sobre todo del lado del revés porque apenas le agregó un poco de pimienta con el paralelo.

Buscar cambios. De eso se trata, en definitiva. Como sí los intentó conseguir Del Potro en su juego de la “T” hacia adelante, un sector de la cancha en el que mejoró mucho últimamente. Pero con el poder que tiene con su derecha, es obligatorio y clave para él jugar más en la red. No como método, pero sí como factor sorpresa para contrarrestar ese conocimiento que ya tienen de él quienes lo anteceden en la clasificación. Por ejemplo, debería hacer más puntos con jugadas de saque y volea.

Nadal, Federer y Djokovic mejoraron en distintos rubros a lo largo de los últimos años. El español asume mayores riesgos y creció notablemente con su revés; el suizo le pega a la pelota mucho más adelante;y el serbio sigue superándose casi a diario con su velocidad de desplazamientos. Es cierto que Del Potro mejoró, pero ofrece un presente sin sorpresa.

Ser más consistente, ¿sería una buena vía para dar otro paso?Si se tratara de otro tipo de jugador, seguro que sí. Pero él no podría tener la solidez de sus tres grandes adversarios porque es más alto y, además, más pesado.

El cumpleaños de Del Potro. (Instagram: ciroylospersasoficial)

El cumpleaños de Del Potro.

Del Potro tiene la chance. Y en su interior seguramente está convencido de que puede lograrlo. Después de Flushing Meadows tomó una muy buena decisión para intentar el asalto a la cima. Cuando apenas dos semanas después de Wimbledon y en el arranque de la temporada norteamericana de canchas duras fue a jugar a Los Cabos un ATP250 en el que tuvo más para perder que para ganar -de hecho, Fabio Fognini lo venció en sets corridos en la final-, ahora decidió no jugar la Copa Laver organizada por el propio Federer y su empresa Team 8 (que lo representa a él mismo)para descansar y volver fresco y renovado al circuito en el cemento de Beijing.

Del Potro les gana a los mejores y a los que vienen detrás. Tiene el aval de su tenis poderoso pero también cuenta con un handicap a favor que es tan importante como su juego: su figura vende, su historia de lesiones que lo martirizaron y de regresos heroicos es marketinera. Le interesa a los auspiciantes. Y eso paga.

Para llegar al 1 le queda una bala en la recámara. No depende sólo de él porque, por otro lado, le tocó competir con una de las generaciones más notables de todos los tiempos. Pero buscará llegar a esa estación del último tren. Y de eso no puede haber dudas.

FUENTE.CLARIN

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