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Juegos Olímpicos de la Juventud, Lucha libre

Hernán Almendra, entre el orgullo, el llanto y la plata.

Ruge el Pabellón Asia del Parque Olímpico: el argentino Hernán David Almendra tuvo su día consagratorio en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Una multitud acompañó al nacido en Corcovado (Chubut) en la lucha final frente al estadounidense Robert Howard, en la definición de la medalla dorada en lucha libre (55 kilos), que perdió por 17 a 6. «Ganar una medalla para Argentina es lo que buscaba. Todavía no puedo creer que perdí en la lucha final. Tuve un mensaje de mis padres que me contaban que se sentían orgullosos de mí. Pude cumplir con mi sueño aunque no pude ganar la de oro, esto es único», dijo cuando paró de llorar por la bronca de la última derrota.

Las lágrimas del pibe de 16 años conmueven. Y su pequeña vuelta olímpica con la bandera argentina más aún. No alcanzan los abrazos de su grupo íntimo como para consolarlo tras semejante batalla. Semejante final. «Vengo de un pueblo muy humilde y esto es también para todo Corcovado, que me ayuda y me apoya en lo que hago», resumió con emoción.

El argentino había accedido a la definición por la medalla dorada en un domingo de excepción: había derrotado a Gavin Whitt, de Guam, en tan sólo 14 segundos de contienda; y posteriormente, al argelino Oussama Laribi por 5 a 4 en una lucha para el infarto con definición en los últimos 10 segundos. «La tenía perdida y lo salí a buscar», dijo el chubutense tras la importante victoria que le daba el acceso a la pelea final. «La sufrí porque pensé que la tenía perdida, pero salí a buscar la lucha y se dio el resultado. No pensé que sería un rival tan duro y con tanta técnica. La verdad que no me lo esperaba; pero, cuando miré el reloj y estaba abajo en el marcador, me jugué lo que me quedaba «, admitió con emoción en charla con TyC Sports. 

Lo concreto es que Almendra tuvo que compartir división con los diez mejores luchadores del mundo. «Es un chico callado y de una familia muy humilde, algo muy importante porque rescata el valor que tiene esta actuación. Cuando lo vi supe que era distinto. El primer torneo que lo tuvimos fue en el 2014 y ganó los ocho combates que hizo en ese torneo, algo que no esperaba nadie», argumentó Oliver Arévalo Medina, profesor cubano y uno de los encargados del desarrollo de la disciplina olímpica en nuestro país.

El pequeño chubutense se mostró orgulloso a pesar de que sus padres no pudieran verlo en vivo en Buenos Aires. Y no fue sólo por su participación y la medalla; también por la presencia de Mikaela Rojas (quinta en judo), quien lo observó luchar por primera vez en los 5 meses que llevan de noviazgo -se conocieron en el Cenard- y sufrió la contienda final. Almendra demostró ser un pequeño gigante de 16 años. Tuvo sus inicios en lucha grecorromana y ahora, en la lucha libre, se le abrieron un brillante presente y un futuro con todo para soñar.

FUENTE CLARIN

 

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