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Juntos volvió a votar dividido en el Congreso y la ruptura parece inevitable

En la última sesión de Diputados, Juntos por el Cambio votó dividido, después de un sinfín de discusiones que presagian lo que muchos, por ahora, dicen en voz baja: no será fácil repetir el frente en 2023 si en cada tema no hay consenso interno.

Las mesas de Juntos por el Cambio fueron una constante desde que Mauricio Macri dejó la Casa Rosada. La integraron presidentes de partidos, líderes parlamentarios, referentes nacionales, provinciales y hasta mini grupos de notables, sin otro cartel que el apellido.

Cada cónclave finalizó con un comunicado que ratificaba la unidad y la expectativa de volver al poder. Pero en el congreso ya no se refleja nada de esos textos, perdidos en casillas de correos electrónicos.

En la última sesión de Diputados, otra vez Juntos por el Cambio votó dividido, después de un sinfín de discusiones que presagian lo que muchos, por ahora, dicen en voz baja: no será fácil repetir el frente en 2023 si en cada tema no hay consenso interno.

Desde Zurich, donde participaba de reuniones de la Fundación FIFA, Mauricio Macri volvió a ser protagonista de la ruptura, al imponer su idea de no votar leyes que, de una u otra manera, puedan significar más impuestos o más gastos a futuro para el Estado.

Sugirió rechazar la prórroga de asignaciones específicas a las industrias culturales, aun cuando, en los hechos, no se trata de un nuevo impuesto.

La ley prorroga por 50 años el financiamiento del cine, la música, el teatro y las bibliotecas populares, mediante cupos de recaudación.

El propio Macri cortó este financiamiento con la reforma tributaria de 2017, pero no los impuestos que lo generaban.

El rechazo a esas asignaciones era más bien una cuestión de forma: no informar la continuidad de impuestos y gastos es el jefe del relato de Macri.

Los radicales estallaron, porque los que gobiernan tienen bibliotecas populares en sus distritos y la ley ratifica su financiamiento a través de un impuesto a los premios de la lotería. Un canon a la suerte, no a la producción.

Los debates entre los jefes de bloque fueron desordenados, porque no hay una mesa de autoridades que defina. Domina el caos. Cristian Ritondo, del PRO, que peleó en diciembre para reemplazar a Mario Negri como jefe del interbloque, ni siquiera fue a la sesión porque estaba de viaje.

El cordobés fue eyectado por sus correligionarios, pero sigue mandando por oficio. Propuso una abstención para conciliar, le dijeron que sí, pero la mayoría de los PRO no cumplieron y se repartieron  entre abstenciones y rechazos.

Entre los últimos se anotaron los macristas y bullricistas, por ahora unidos en cada votación. En la UCR abunda la indignación, porque se privaron de votar a favor y sus socios hicieron lo que quisieron. Y además de soportar insultos de artistas, recibirán reproches en sus pueblos.

No es la primera vez que Juntos se divide. Ya es un clásico: el 5 de mayo un grupo de diputados del PRO no quiso votar la ley de HIV, porque tenía protecciones laborales y jubilatorias.

Los radicales sí lo respaldaron y hubo reproches en la convención del partido en La Plata, donde el presidente Gerardo Morales estuvo cerca de excluir la ratificación a Juntos por el Cambio en el temario. Debió intervenir Alfredo Cornejo para evitarlo.

El jujeño se mantiene firme en su postura de consolidar un espacio socialdemócrata que sostenga una parte el voto de Juntos, le robe al kirchnerismo y, sobre todo, se aparte de las ideas liberales que atraen a Macri.

Si no puede ser candidato el elegido es Facundo Manes, que no quiere interna: se anima a anotarse con la lista 3 para llegar a octubre.

En el PRO ya admiten que es incompatible convivir con tanta disparidad de criterios, por más mesas que se reúnan para disimular. Las votaciones divididas son el espejo de una fractura silenciosa, pero fractura al fin.

Si no hay margen para convivir en el Congreso, menos la habrá para empujar políticas desde la Casa Rosada. ¿Cómo seguir así?

La idea que sobrevuela, por ahora sin exponentes capaces de exponerla a cara descubierta, es la de aceptar el divorcio e ir por dos frentes separados, uno del PRO y los liberales; y otro de la UCR y la Coalición Cívica.

El problema es en cual encaja Horacio Rodríguez Larreta, elegido del círculo rojo. Tal vez su misión sea unir las partes y evitar una ruptura que parece inevitable. Y natural.

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