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La autopista del Prosur: la búsqueda indefinida de la identidad sudamericana

Café Prensa charló con Mariano Bartolomé, analista internacional y profesor de las universidades Austral y UNLP, sobre las implicancias de este nuevo proyecto sudamericano

En 1966, Julio Cortázar publicó «La autopista del sur», un cuento que forma parte de su libro “Todos los fuegos el fuego”. En este relato nos describe cómo en un embotellamiento que se alarga por horas, que luego se transforman en días, los automovilistas empiezan a conocerse y a interactuar entre ellos. Cuando los recursos comienzan a faltar, cada uno de los protagonistas reacciona de manera diferente. La tensión llega a su clímax cuando los personajes se ven en situaciones límite: algunos abandonan su auto en la carretera y emprenden su partida, otros resisten y dos, incluso, mueren. Cuando finalmente el tránsito logra destrabarse y los autos retoman su rumbo, cada uno inicia su retirada sin mirar a nadie, como si no se hubieran conocido nunca.

La tan ansiada unión sudamericana vivió momentos parecidos a los conductores de este cuento de Cortázar. Si en mayo de 2008 empezó el viaje de crear a la Unión de Naciones Sudamericanas, los “autos” a salir del “embotellamiento”, continuando su camino como si nada se hubiera creado. Este viernes, los presidentes de Chile, Colombia, Argentina, Brasil, Ecuador, Paraguay y Perú crearon el Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur). Este nuevo organismo, nacido bajo el auspicio del chileno Sebastián Piñera y el colombiano Iván Duque, promete lo mismo que su antecesor (“Lograr la unión sudamericana, fomentando la cooperación”), pero de una forma totalmente diferente (“Ser una herramienta de diálogo, sin ideologización alguna”, declaró Duque).

No obstante estas promesas, es claro que sí hay una orientación muy marcada. En diálogo con Café Prensa, Mariano Bartolomé, analista internacional y profesor de la Universidad Nacional de La Plata y de la Austral, reconoció que hay un cambio de tendencia ideológica, con Argentina incluida, aunque no necesariamente esto tiene ir en contra de la búsqueda de una identidad latinoamericana. “Lo que pasa es que hay fricciones y desencuentros entre los países en este momento. De un lado, quedaron Venezuela y Bolivia totalmente aisladas en una posición y, del otro, el resto de los países. Esta incompatibilidad transitoria ha dado por finalizada la Unasur y, de alguna manera, anunció la aparición de esta nueva alineación, el Prosur”, explicó.

A pesar de las diferencias marcadas, para Bartolomé, esto no implica que no se pueda lograr una unidad en el futuro. “Los péndulos siempre tienden al centro y creo que en algún momento podremos recuperar el camino de una identidad latinoamericana compartida”, mencionó.

Si hace casi once años, la Argentina de Néstor Kirchner lideraba la iniciativa regional, hoy nuestro país parece más un acompañante que sigue la corriente. Bartolomé coincide con esta postura y precisa que, más allá del tema de Venezuela, la política exterior argentina no tuvo grandes movidas en la región. “Me parece que nos ha eclipsado, por su ímpetu y despliegue, (Jair) Bolsonaro en este momento. Además, Argentina está transitando por muchos problemas internos y por eso, quizás, la atención del Poder Ejecutivo está puesta en nuestros lares y no afuera”, opinó.

“En materia de Política Exterior, pusimos mucha energía en el G20 y quizás no tanta en el ‘barrio’ que es más cercano” – Mariano Bartolomé

Brasil: la gran potencia regional, mirando al norte

Si el Brasil de Bolsonaro es el que está liderando, ¿por qué también acompaña esta iniciativa y no toma un rol protagónico? “Es una cuestión de objetivos de política exterior”, responde Bartolomé. Precisamente, el presidente brasileño empezó la semana en Estados Unidos, reunido con Donald Trump y sellando importantes acuerdos económicos. Su atención está, quizás por el momento, más puesta en el norte que en la región.

Desde el lado de Bolsonaro se buscaba apoyo en el gobierno estadounidense para ingresar en la OCDE y acuerdos que permitieran a las empresas brasileñas participar en las licitaciones que realiza el Pentágono. A cambio, Trump quería el uso de la base espacial de Alcántara, en el noreste brasileño. Todo esto quedó acordado e incluso el ex empresario le dio el guiño al país sudamericano para ingresar en la Alianza Atlántica del Norte (OTAN) aunque reconociendo que “habría que hablar con mucha gente”.

En palabras del Bartolomé, esto responde a unos objetivos de política exterior muy claros por parte de Brasil. “Cuando tiene determinados objetivos políticos, como puede ser acceder a una banca en el Consejo de Seguridad, sigue esos objetivos más allá de los avatares gubernamentales. Hay objetivos de política exterior que fueron definidos en el último gobierno militar y que los han seguido absolutamente todos los presidentes, sean de izquierda o de derecha”, explicó el especialista.

Y agregó que, precisamente, uno de esos planes es lograr la autarquía en materia aeroespacial. “Por ello crearon la base de Alcántara que tiene una gran ventaja y es que está muy cerca de la zona ecuatorial, la cual la hace particularmente apta para lanzar cargas al espacio a bajo costo”, detalla Bartolomé. En este sentido, entonces, mientras que Estados Unidos se ahorra dinero, Brasil se posiciona como un socio estratégico de Washington en esta materia. Un win-win.

En esta línea de análisis, ¿puede afectar la reputación de Brasil la reciente detención del ex mandatario Michel Temer por la mega causa Lava Jato? Bartolomé considera que no y que incluso puede ser beneficioso. “El encarcelamiento de Temer, como antes el de Lula o el de Dilma, puede causar, por un lado, escozor de las dimensiones que alcanza la corrupción en países como los nuestros. Pero, por otro lado, transmite un mensaje positivo a inversores o potenciales sociales en el sentido que hay una Justicia que trabaja”, sintetizó.

Las venas “separadas” de América Latina

El Prosur empieza a surgir entonces cómo una nueva opción de cooperación para la región. Según sus promotores, tendrá un espíritu más inspirado en la Alianza para el Pacífico –el bloque económico que reúne a Chile, Colombia, Perú y México– es decir que tendrá menos burocracia, una estructura simple e implicará un bajo costo para sus miembros.

Los países siguen su camino en la carretera del sur. Con los mismos objetivos, pero con líderes y metodologías que aspiran a ser diferentes. Resta ver si se encontrarán con nuevo “embotellamiento” o si el tránsito fluirá hacia el destino.

Jessica Petrino

Lic. en Comunicación. Co fundadora de MATE Consultora. Periodista internacional en Café Prensa. Amo viajar, la tecnología y las Relaciones Internacionales
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