La postal del fin del mundo
No se halla registro en los últimos tiempos de una imagen de un Papa en la Plaza de San Pedro completamente solo.
La foto de Francisco frente a nadie y frente al mundo constituye un ícono del momento que atraviesa la humanidad.
Esta imagen tiene varias connotaciones según el ángulo de quien lo quiera ver. Para los católicos más conservadores será quizás el mensaje del Vicario de Cristo en la barca de Pedro asistiendo a los hombres en medio de la tempestad. Para los analistas de la realidad tendrá un mensaje de prevención física y sanidad espiritual. Para los mesiánicos, será la comprobación de las profecías que anuncian el advenimiento de la Parusía, la Segunda Venida del Cristo.
La foto en realidad no es lo importante sino su significado escatológico que anuncia y que denuncia, es decir que resulta una imagen de carácter profético, sin duda.
Desde el punto de vista de lo tangible, de lo meramente terrenal, el mensaje trasunta la advertencia sobre la necesidad de recluirse todos. El hecho de que sea el Papa quien convoca a esta “Piazza desolata” marca la gravedad del problema humanitario y la presencia de la Iglesia como mediadora en la consolación entre los hombres y Dios.
Pero también contiene esa fotografía –y quizás sea lo más importante- un mensaje simbólico de fuerte contenido profético, si se lo quiere ver así.
Una primera lectura podría ser aquella consonante con la confesión de Pedro: “Señor, Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.(Jn. 6; 6-8). Es decir, ante la aflicción para los hombres de Fe, siempre –como en la pintura de Miguel Ángel- el hombre tiende su mano para aferrarse a la del Padre. Aquí es donde la Iglesia peregrina de la Tierra alcanza su nivel de compenetración con las categorías espirituales que gobiernan al hombre.
Cuando la soberbia de la ciencia se ve vencida por el temor, el último expediente es el Templo, la Casa del Padre y en la foto de Francisco quizás sea posible alcanzar hasta una reminiscencia de la parábola del Hijo Pródigo. Esa foto, del Papa en soledad, es una sublimación del Padre que espera el retorno de sus hijos derramados por el mundo, atrapados por las tentaciones del siglo.
Una segunda interpretación podría tentar a elevar el razonamiento tocando correspondencias hegelianas, elucidando una semejanza con el proceso del “Absoluto” y sus tres momentos: explosión, desarrollo y regreso al Uno; de donde estaría el Universo ya en los momentos finales del último extremo, dicho así en extremo sencillo.
La figura solitaria del Papa Francisco se eleva como una alegoría de ese retorno final que desde el principio cristiano y trascendente –a diferencia del materialismo hegeliano- tendría expresión en la frase del Libro de la Revelación: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, el que es y que era y que ha de venir” (Ap. 1:8). ¿Está el mundo alcanzando el tiempo de Omega?.
Pero existe todavía una interpretación más que se puede predicar sobre esta fotografía, es aquella que se enfocaría en la predicción de la Virgen de Fátima (Tercer Secreto) que habla de un “obispo vestido de Blanco” que deberá huir de Roma junto a los cardenales, marcando el final del Tiempo.
La soledad del Papa hablaría así de la dispersión del pueblo cristiano debido al ascenso del Anticristo dentro de la Iglesia como operación de las “fuerzas masónicas que han entrado (a la Iglesia) de manera disimulada y oculta”, según diría el Padre Stefano Gobbi que le reveló la propia Virgen.
Ya el Papa San Pío X supo hablar de una “visión terrible” sobre la que expresó que: “No sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos.
Hoy Italia juntas cadáveres por cientos a diario.
En la visión de Fátima a los pastorcitos la Virgen les reveló “a un obispo vestido de blanco (…) transitar tembloroso y con paso vacilante”. En la Bendición “Urbi et Orbi” del jueves pasado el mundo observó un Francisco alicaído y de caminar dificultoso.
Italia asolada por la peste
La foto es tocante sin duda. Esa visión del Papa en esa soledad trae la memoria las palabras de la Beata Madre Elena Aiello que anunció: «Italia será sacudida por una gran aflicción (…)” y “El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma”. Más allá, Santa Bernadette de Soubirous traslada el mensaje de la Virgen en la Salette y dice: «Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo».
Siempre la interpretación de las profecías o visiones puede resultar subjetiva, pero es un hecho que esta fotografía del Papa Francisco en soledad constituye la bisagra de dos tiempos distintos: el que fue y el Nuevo Orden Mundial que se inicia. En palabras de San Juan Pablo II “Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar».
Una sola fotografía y tantas interpretaciones posibles, lúcidas, posibles, irrisorias, según sea criterio de cada lector, pero también una única verdad: la humanidad está en el umbral de la mayor crisis desde el Renacimiento cuando invirtió el axioma medieval de “El mundo y el hombre para Dios” por “El mundo y el hombre para el hombre”.
Esa desacralización de siglos, el hedonismo desenfrenado, la codicia del poder y la lujuria desbandada dentro de la misma Iglesia Católica parecieran estar llegando a un final.
Como sea, es verdaderamente una postal del fin del mundo. El propio Papa Francisco lo había dicho: “Han ido a buscarme al fin del mundo”. ¿Juego de Palabras?
FUENTE : SALTA (Ernesto Bisceglia)