La transformación de “Moli”, el ilustrador de cuentos que lideraba una banda de falsificadores
Está acusado de vender licencias de conducir truchas por $ 5 mil.
Fabricaba cientos de registros por mes.
Tardaron meses en descubrir a «Moli». Se escondía detrás de un chip prepago sin registrar y de una pila de dibujos de ciencia ficción. En el universo del Increíble Hulk «Moli» era el nombre de un hechicero. En el mundo del cómic era un ilustrador de personajes fantásticos. En Caballito no era más que un falsificador: la banda que lideraba hacía cientos de registros de conducir por mes y cayó con más de 4 mil licencias truchas en la calle.
“Moli” resultó ser el apodo de Gabriel Omar Molinari (53), que solía dedicarse a dibujar. Hizo tapas de libros de ciencia ficción para editoriales argentinas y chilenas. Novelas, antologías y hasta cuentos para adolescentes llevan su arte en la tapa.
Uno de los dibujos publicados por «Moli» en sus perfiles web.
Se esforzó por entrar en el mundo de los cómics y estuvo cerca. En pleno auge de los juegos de rol ilustró una serie de cartas y figuritas de colección (Mitos y leyendas, Código Samurai y Cazaurios). Para 2010 sus personajes llenaron los álbumes y se convirtieron en un recuerdo de culto.
Ese trabajo le valió invitaciones a convenciones de cómics y otros eventos del mundo de la ciencia ficción. Se rodeó con algunos de los mejores ilustradores del país y se mantuvo en el círculo.
Algunos de los registros secuestrados durante la detención de «Moli».
Pero algo pasó y su historia mutó. Fue ahí que “Moli” empezó a diversificar su trabajo y se acercó al mundo del poker. “Se estaba dedicando a eso, jugaba profesional o semi-profesionalmente por internet”, contó una persona que trabajó con él.
Pero parece que esa carrera tampoco le funcionó y el derrotero terminó en delito. Sus talentos para el dibujo, el perfeccionismo y el uso de los programas adecuados fueron las habilidades que usó para lograr miles de documentos falsos que circulan por toda la Ciudad y el Gran Buenos Aires.
La mutación de «Moli», el ilustrador que terminó falsificando registros.
Molinari trabajaba en el altillo de la casa que compartía con su hermana y su sobrina en Caballito, a cuatro cuadras de la cancha de Ferro. En los registros que la Fiscalía N°5 de Morón encontró tras varios allanamientos había un cuaderno con 4.500 pedidos, anotados uno por uno, y un calendario que cuantificaba los trabajos realizados durante cada mes de 2017. En la mayoría el número superaba ampliamente los 100.
Ese volumen de producción exigía un taller equipado. “Sólo de maquinarias tenía una inversión cercana al medio millón de pesos”, confirmaron los investigadores a Clarín. Impresoras, computadoras y programas listos para falsificar cualquier cosa estaban en su escritorio. Un «pedido» podía estar listo en minutos y trasladado a cualquier punto de la ciudad y el Conurbano en cuestión de horas.
Su especialidad eran los registros de conducir, pero encontraron rastros de documentos de identidad, certificados analíticos, calcomanías de Verificación Técnica Vehicular (VTV) y evidencias de que estaban haciendo pruebas para fabricar hasta pasaportes.
El proceso era completamente digital. «Moli» recibía por WhatsApp una foto carnet, una imagen de la firma sobre un papel blanco y otra del DNI de los «clientes». Digitalizaba toda la información y diseñaba la la licencia o el documento. Cobraban entre $ 3 mil y $ 5 mil, “dependiendo la cara” y sumaban $ 500 por cada categoría que necesitara el conductor.
Capitán América, en el trazo de «Moli».
“Moli era el cerebro, organizador y el falsificador de la banda. Las impresoras eran suyas, la mayoría las había adquirido en el exterior, el negocio era de suyo. Sólo tenía contacto con Néstor Sainz de Ajá (54), otro de los detenidos, que a su vez organizaba a quienes se encargaban de captar a los clientes en la calle”, explicaron fuentes de la investigación.
Molinari y Sainz de Ajá están presos desde hace tres meses. También cayeron Adrián David Farías (27), un oficial de la Policía de la Ciudad, y Ezequiel Rojas, un barrendero. Según pudieron probar los investigadores, hace al menos dos años que operaban juntos.
Una ilustración realizada para Mitos y Leyendas.
Los investigadores encontraron al menos 50 casos de “clientes” que tramitaron una licencia de conducir trucha con esta banda. Entre los casos que citan hay quienes fallaron en exámenes teóricos, algunos que necesitaban presentar permisos para conducir maquinaria pesada; otros que tenían prohibición judicial de conducir; y hasta camioneros que se quedaron varados con un cargamento a mitad de camino después de un control.
En el taller de «Moli» había sellos de distintas jurisdicciones, miles de fotos de clientes a quienes les habían falsificado documentación, sobres con encargos pendientes de entrega y cien mil pesos en efectivo.
Un calendario en el que «Moli» anotaba la cantidad de licencias falsificadas.
“Los que solicitan el registro son imputados a quienes no se les amplió la imputación. Pero cada una de esas personas es un coautor en la falsificación de un documento público”, aclararon en la UFI N°5 de Morón.
El fiscal Claudio Oviedo solicitó la prisión preventiva de los cuatro detenidos y que la causa sea trasladada al fuero de la justicia Federal, porque se trató de “un delito con documentos de validez nacional” y que se fabricaban en la Ciudad de Buenos Aires.
Más de sus dibujos
La investigación recayó en esa fiscalía porque la primera denuncia la realizaron en Morón. Fue después de que un conductor inhabilitado por un fallo judicial fuera detectado en un control. Luego de que notaran que su registro era falso, denunció que había sido «víctima de un engaño” en manos de un supuesto “gestor” que le había facilitado el registro meses antes de que venciera la restricción.
Esa denuncia derivó en la investigación del equipo de la fiscalía que llevó diez meses y que empezó con la intervención del teléfono de quien le había vendido la licencia trucha al denunciante. Y siguió con análisis de redes sociales, archivos digitales y la reconstrucción paso a paso de las maniobras.
Un Iron Man de «Moli»
En las escuchas telefónicas quedaron registradas conversaciones que prueban que la mayoría de los “clientes” sabía que lo que pedían era un documento falso.
«Moli» y sus cómplices están acusados de asociación ilícita y falsificación de documento público. Podrían ser condenados a diez años en la cárcel.
FUENTE CLARÍN