Las contradicciones y olvidos del video de Cristina Kirchner tras los allanamientos
Mostró cómo quedó su casa en El Calafate. Pero no exhibió la bóveda y evitó hablar de la carta de San Martín que encontraron en el lugar.
La senadora con fueros Cristina Kirchner difundió este domingo un video de 17 minutos con 22 segundos para mostrarle por primera vez a la ciudadanía argentina cómo es su casa de El Calafate. Fue después de que el juez del caso de los “cuadernos K”, Claudio Bonadio, allanó ese inmueble, una medida de prueba habitual para causas de posible corrupción como el expediente por el que la ex presidenta terminará procesada, acusada de ser la jefa de una asociación ilícita que usó, a través de diferentes funcionarios, los medios del Estado para acumular dinero ilegal que pagaron contratistas de obra pública.
Cristina abrió las puertas de su hogar patagónico en un intento por refutar algo que es imposible: la realidad. En esa casa, aunque el video de la dueña del lugar lo ocultó, se encontró una bóveda que los planos originales muestran que se hizo en el “subsuelo”. En ese ambiente, construido por el arquitecto Ernesto Cañas a pedido de Néstor Kirchner, la Justicia encontró una puerta blindada y un espacio de 2,19 metros de alto, 2,79 metros de ancho, 77 centímetros de profundidad, y 79 centímetros de diámetro para la puerta que antes era más pequeña.
Dentro de ese espacio, que Cristina no mostró en su filmación, los agentes de las fuerzas de seguridad encontraron material que la ex presidenta no pudo o no quiso explicar por qué estaban en su poder. En el relato audiovisual de Cristina, ella recorre varios ambientes de uno de sus hogares en el sur austral, se queja porque parte de las paredes fueron“rotas”, “descuartizadas” según su descripción, por quienes lideraron el allanamiento aprobado por unanimidad en el Senado, y se lamenta también porque Bonadio ordenó llevarse objetos, cuadros, y hasta lapiceras, que probablemente tengan un alto valor de mercado. Hay menciones a Páez Vilaró que le regaló Sergio Massa y otro dibujo que le obsequió Alberto Fernández.
Lo asombroso del video de “CFK” (como se llama a sí misma en un momento), es que jamás admite que la bóveda existía, adrede no deja pasar por el lugar a quien la seguía con una cámara, y tampoco ella defiende o explica los materiales de enorme valor que se descubrieron que guardaba allí. Nada dice, Cristina, del origen de una carta que José de San Martín le escribió desde el exilio a su amigo y “padre de la patria” de Chile, Bernardo de O’Higgins. El director del Archivo General de la Nación, Emilio Perina, declaró en la causa de los “cuadernos K” que estaba convencido que ese manuscrito de valor incalculable fue comprado en el mercado ilegal, algo de lo que Cristina podría no ser responsable. ¿Por qué no aprovecho los 17 minutos y 22 segundos de recorrida calafateña para contarle a la ciudadanía por qué tenía esa carta tan valiosa en su poder?
Sigue ahondando las dudas sobre la transparencia del origen de esa carta magnífica.
Cristina, en cambio, sí admite al pasar que también guardaba en su inmueble más querido un “legajo” de Hipólito Yrigoyen, uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical (UCR). En rigor, se trata de un prontuario de ese dirigente, en el que se leen los partes de la Policía que lo vigiló de forma oculta, haciéndole espionaje, entre los años 1906 y 1910.
¿Por qué esos papeles, que según Perina fueron en algún momento robados del archivo de la Policía Federal, también estaban escondidos en esa bóveda de El Calafate?
Los daños sobre una pared de la casa de Cristina Kirchner en El Calafate.
La hoy senadora no dio explicaciones al respecto.
Tampoco contó que cuando las fuerzas de seguridad allanaron ese domicilio se encontraron con una camioneta Honda CRV, color dorado, que tenía un pedido de secuestro del juez federal Julián Ercolini.
En la zona de la bóveda que la ex senadora quiso ocultar rompieron las paredes a su alrededor porque entendieron que antes era más grande de lo que es ahora. Encontraron que ese ambiente podría haber sido agrandado en algún momento y reforzado con vigas de acero y material muy difícil de romper.
Allí no solo estaban los bastones presidenciales y las bandas que su marido y ella usaron cuando gobernaron la República.
Entre esos objetos, y otros, se encontraron carpetas con información de inteligencia, y hasta desgrabaciones de escuchas telefónicas, de rivales políticos de la senadora. También había carpetas sobre el propio magistrado Bonadio y la supuesta vinculación de la multinacional Techint con el caso Petrobras en Brasil.
Ese material fue considerado por Bonadio como posible prueba que podría generar la apertura de otras nuevas causas judiciales contra Cristina.
Es por eso que el juez ordenó “extraer testimonios de su expediente” y enviar a sorteo lo que considera que debe ser analizado por otro juez.
Bonadio dejó asentado que la bóveda existía. Así la llamó en en uno de sus escritos, en los que habló, además, de la importancia de conocer por qué en ese ambiente ultra protegido se guardaron la carta de San Martin a O’Higgins y el prontuario de Hipólito Yrigoyen: “La imputada Fernández, además de elementos que conforman el ajuar del hogar, tenía ocultos en una bóveda ubicada en el espacio lindante a la escalera que comunica al subsuelo con la cocina del inmueble dos artículos invaluables que hacen a la historia de la República Argentina”.
Y agregó sobre la documentación de Yrigoyen que «constituye claramente un documento histórico de más de cien años de antigüedad, y que involucra directamente a un personaje político e histórico de nuestra Nación; de lo que se evidencia la utilidad que reviste para la investigación histórica de aquella época».
Tanto la carta de San Martín como el prontuario de “Don Hipólito”, como lo llaman incluso los espías que lo “vigilaban”, fueron devueltos al Archivo General de la Nación.
En su recorrido filmado y selectivo de su casa de El Calafate, Cristina no da ningún tipo de argumentos para defender la posesión de esos objetos.
Se quejó, eso sí, de algunas roturas que las fuerzas de seguridad realizó en ese inmueble.
El video termina con una comparación que hace ella sobre el allanamiento que sufrió en su hogar de El Calafate, la de mayor valor, con la situación de quienes sufren la crisis económica actual: “Bueno, te rompieron la casa… hay gente que ya no puede vivir en su casa y está viviendo en la calle”.
También insistió con que sufre un hostigamiento y amedrentamiento de los derechos constitucionales en la Argentina.
La ex presidenta informó que no pudo dormir en su piso de Recoleta porque la Policía Científica dejó algún tipo de sustancia venenosa que enfermó a quiénes la fueron a limpiar.
Ese departamento fue señalado por ex funcionarios de su Gobierno como el lugar en el que su ex secretario Daniel Muñoz recibía bolsos con millones de dólares.
En el video nada dice al respecto sobre esa denuncia gravísima.
La senadora tiene otras propiedades,como su inmueble más grande en Río Gallegos, ubicada en Mascarello 416, que también fue allanada, operativo que no fue criticado por ella.
Cristina habló de un Estado de Derecho al que se ha “decidido arrasar”.
Los allanamientos ordenado por Bonadio fueron aprobados, tal como dictan las normas, por el Senado de la Nación. Ese trámite llevó varias semanas. Los allanamientos fueron previstos por su familia. Por ella. Pero eran medidas de rigor que Bonadio debía tomar. La senadora podría haber salido beneficiada de esas medidas. Pero le encontraron cosas que no pudo o no quiso explicar en una cámara guiada por ella misma por los recoveco de la casa de El Calafate.
Faltó uno: la bóveda.
Cristina Kirchner usó el título de un cuento de Julio Cortázar para describir el allanamiento legal de su hogar en El Calafate. «Casa Tomada». Una hipótesis academicista indica que ese relato es una metáfora que Cortázar usó cuando Juan Perón asumió la Presidencia en 1946. Era profesor en Mendoza y con el nuevo Gobierno renunció a tres cátedras universitarias que lo terminaba por expulsar «a la calle». Cortázar resistió en la Universidad de Cuyo el avance del peronismo.
Alguna vez se sorprendió por la interpretación antiperonista de «Casa Tomada».
Pero años después dijo ésto: «Esa interpretación de que, quizás, yo estaba traduciendo mi reacción como argentino frente a lo que sucedía en la política no se puede excluir. Es perfectamente posible que haya tenido esa sensación que en la pesadilla se tradujo de una manera fantástica, de una manera simbólica. Me parece válido como posible explicación, pero no es la mía. Bien podría representar todos mis miedos, o quizá, todas mis aversiones; en ese caso, la interpretación antiperonista me parece bastante posible, emergiendo incluso inconscientemente”.
Fuente Clarin