Futbol

Las mejores anécdotas y frases de Caruso Lombardi

San Martín de Tucumàn

El flamante entrenador de San Martín de Tucumán vuelve a la actividad dispuesto a mantener la categoría. Y a aumentar su anecdotario personal. 

Cómo se enteraron sus jugadores de la formación. Pablo Migliore era el arquero de Racing en la temporada 2009 y reveló que, previo a un partido con Rosario Central, Caruso Lombardi no les quería decir cómo iba a formar el equipo. Pero igualmente se enteraron. ¿Cómo? «Íbamos en el micro y lo llamamos. Nosotros arriba, él en el piso de abajo. ‘Hola Ricardo, ¿qué tal? Soy de Racing una Pasión Inexplicable, estamos al aire. ¿Cómo están los muchachos? ¿Tenés el equipo para hoy?’ Y nos lo dio. Así nos enteramos, un crack el gordo».

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Colado en el auto de dos hinchas. Como entrenador de Huracán, en 2016, Caruso debutó frente a Atlético Tucumán como visitante con triunfo por 2-0. Es sabido su temor a subirse a los aviones, por lo que siempre hace los viajes (incluso los de mayor distancia) por tierra. Tras el encuentro se quedó a ver a la Reserva, que jugaba al día siguiente, pero en lugar de regresar a Buenos Aires en el micro de ese plantel decidió volver en el auto de dos hinchas del Globo porque se volvían más temprano, para no llegar de noche.
Un jugador lo acusó de soborno.

El colombiano Juan Camilo Angulo, en ese momento jugador de Tigre, afirmó que su entrenador le pedía plata a su representante para jugar en el primer equipo. El defensor no estuvo en ninguna de las 16 fechas que se disputaron en aquel Torneo Apertura del 2010, aunque Caruso explicó que las dos veces que había sido citado se había lesionado. Ante la acusación, el DT presentó su renuncia y dejó la institución.

Cuando tenés 30 años tenés pilas. Pero cuando pasás una cierta edad las ganas de ser infiel merman. A partir de los 40 decís ‘me como algo y me voy a dormir’

Fuerte cruce con el Turco Asad en pleno partido. Godoy Cruz derrotaba 6-2 a Tigre en Mendoza, el partido estaba prácticamente terminado. En una jugada la pelota se fue afuera y Caruso, con la bronca del resultado, pateó la pelota hacia el banco en el que estaba Omar Asad. Y allí comenzó la ola de insultos. «Vos le pedís plata a los jugadores», le dijo el Turco, a lo que Caruso le respondió: «Callate, gordo falopero», gesticulando como si ingiriera cocaína. Luego siguieron los gritos hasta que sus colaboradores los sacaron para volver a meterse en el partido. De todas formas, el cruce no llegó a golpes de puño.

A las piñas con el ayudante de Madelón. En 2012, Caruso Lombardi había asumido en San Lorenzo de Almagro, que estaba en zona de promoción, en reemplazo de Leonardo Madelón. A la salida de un programa televisivo, se topó en la calle con Fabián García, ayudante de campo del DT saliente. Caruso afirmó que García lo esperó a la salida porque les había «serruchado» el cargo (también lo había reemplazado en Quilmes). Lo cierto es que se tomaron a golpes de puño, allí surgió la famosa frase «no me midás» y ambos terminaron en la comisaría.

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Recibió a Néstor Kirchner y le entregó los plasmas prometidos a sus jugadores. Dirigiendo a Racing, Caruso Lombardi le había prometido a los futbolistas que si le ganaban a Boca iba a sortear plasmas. Y el ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner, reconocido hincha de La Academia, se comprometió a donárselos. Y así fue. Racing ganó, Kirchner llegó con el helicóptero al estadio, Caruso lo recibió y les entregaron los cuatro plasmas. El equipo de Avellaneda, que estaba complicado con los promedios, terminó salvándose del descenso.

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El día que se hizo encima. En 2005, en un partido que visitó con Tigre a Huracán en el Tomás Adolfo Ducó, su equipo fue perjudicado por el árbitro de esa noche, Walter Díaz: les anuló un gol, lo expulsó a él y a tres de sus jugadores, y le dio un penal polémico al Globo, que terminó ganando el partido 2-1.
Caruso fue a quejarse deliberadamente (llegó a amenazar con dejar de dirigir) y, tratando de esquivar los escudos de la policía que protegían al juez, se hizo encima. «Era de noche, hacía frío y tenía una remera livianita. Entre todo de repente me cagué, me quedé duro. Ahí me fui caminando despacito a un costado para que siguiera el partido».

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