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Los precios increíbles de El Manantial

La iniciativa la tuvo el delegado comunal hace tres meses, antes incluso de que comenzara la cuarentena. “¿Y si buscamos la manera de garantizar precios bajos en algunos productos indispensables?”, se preguntó entonces Juan Carlos Bernald, delegado de la comuna El Manantial, una localidad pegada a San Miguel de Tucumán, donde viven cerca de 30 mil personas. 

“El primer objetivo era ver cómo podíamos bajar la inflación en algunos productos de primera necesidad y al mismo tiempo potenciar la economía regional de la localidad. Es decir, no solo tener buen precio en algunos productos sino también potenciar a los almacenes de la zona”, cuenta Juan Carlos.

“En un principio pensé hacer un mercado central en El Manantial (aun no había cuarentena), pero me di cuenta de que iba a generar la destrucción de economías familiares, porque muchos almacenes viven del negocio, y un mercado central los perjudicaría. Entonces se me ocurrió juntar a todos los comerciantes y proponerles que hagamos compras directa de fábricas”, agrega.

El primer problema que apareció fue que la fábricas no estaban dispuestas a vender productos a un solo almacenero (que podía comprar de a 10 o 20 sachet de leche, por ejemplo). Allí surgió la idea de armar un pool de compras. Juntaron entre 80 y 90 comerciantes para realizar los pedidos en conjunto. De ese modo, las empresas sí aceptaban vender. Así fue que empezaron a comprar directamente en fábricas, sin intermediarios: de la fábrica al almacén.

El segundo inconveniente que surgía era cómo hacer para que los almaceneros y almaceneras respetaran el precio de ese producto comprado barato, para así trasladar el buen precio al vecino. Entonces armaron un convenio donde establecieron márgenes de ganancia para los almacenes. Si compraban barato, estaban obligados a vender barato. Y el que no cumpliera sería expulsado del pool de compra. No fue necesario, todos los almacenes cumplieron a rajatabla.

Los primeros productos con los que empezó el programa fue con lácteos: leche, dulce de leche, queso y yogurt. Pronto llegó la cuarentena, el parate absoluto en la actividad económica y la baja de precios resultó más esencial que nunca. Tan es así que la noticia corrió en la región y hoy llegan hasta El Manantial familias desde la capital tucumana y localidades aledañas para comprar a buen precio. Pero no solo quedó ahí sino que fueron sumando productos: cuarto cortes de carne, polenta y el kilo de pan también entraron en el programa.

“Lo que hicimos fue juntarnos con personas que hacen pan en la localidad. Aquellos que tienen los instrumentos para producir en cantidades industriales. Les explicamos que teníamos hecho el análisis de cuánto les salía producir un kilo de pan. Es decir, que nos estábamos sentando a negociar con conocimiento de los costos. Les dijimos que teníamos una cartera de clientes de más o menos 100 comercios, y que si ellos vendían barato, poníamos esa cartera a disposición. Así, el mismo panadero estaba interesado en entrar. Cerramos un precio para que le vendan a los comercios a $34 o $35 el kilo de pan. Y a su vez, el comerciante al vecino a $40. Son márgenes pequeños pero son los que se manejan en los rubros de primera necesidad”, explica Bernald.

“Para el tema de la carne nos pusimos en contacto con varios frigoríficos y les ofrecimos abrirles la puerta de la localidad para que ellos pudieran trabajar y desarrollarse comercialmente acá. Yo como funcionario me comprometí a ayudarlos con los trámites de habilitación y demás para que no haya inconvenientes y puedan trabajar. Y a cambio de eso les pedimos que debían tener un precio competitivo. Si ellos traían un buen precio, les íbamos a facilitar el ingreso”, cuenta.

“En esa negociación pactamos cuatro cortes de carne: kilo de costeleta, kilo de carne molida, kilo de blando y kilo de nalga para milanesa. En esos cuatro cortes arreglamos que debían estar en un precio de $185. Y se viene produciendo a ese precio. Podemos afirmar que son los cortes más baratos de Tucumán”, explican los carniceros que participaron del proyecto.

En relación a los lácteos, debieron buscar empresas pequeñas que no trabajaran demasiado con hipermercados porque en esos casos las cadenas ejercen presión y los productores no se quieren arriesgar a perderlos como clientes. Después de buscar varias opciones, dieron con una empresa dispuesta a participar y cerraron un trato por yogurt a $35 el litro (que el el almacenero lo vende $43), la leche a $27 (y al vecino desde $30 a $35 máximo), dulce de leche de 400 gramos a $40 y al vecino a $48, y un kilo de queso cuartirolo a $190 (que llega al público a $250).

Cuando lo cuentan, la idea suena de lo más sencilla y obvia. Ya alguna vez el escritor Hernán Casciari causó revuelo con su conferencia sobre por qué él elegía evitar los intermediarios en la industria del libro. Aquí, y en una circunstancia absolutamente excepcional, parece resonar aun mucho más.

“Es una gran ayuda para la gente. Casi el 100% de mis clientes elige comprar la leche económica. Y lo mismo con el queso o el yogurt. Están todos muy agradecidos por esta iniciativa. Repuntó muchísimo la venta con esto, porque además los que vienen compran algunas otras cosas”, dice Ana Rodríguez, almacenera de El Manantial.

“Ojalá que esto se pueda reproducir en otras comunas y pueblitos, para poder estar hoy codo a codo peleándole a este mal momento que estamos pasando. De esta forma nosotros le podemos dar un producto accesible a los vecinos y además incrementar nuestras ventas generales, porque veníamos muy mal”, agrega por su parte Graciela Cubillo, otra almacenera de la zona.

Si bien el pan comenzará a comerciarse a bajo precio recién la semana que viene, los cortes de carne ya se consiguen en carnicerías de El Manantial y el resto de los productos en los almacenes de barrio.

“De algún modo, estos programas terminan convirtiéndose en correctores de precio de otras empresas, porque si alguien quiere venir a vender pan a nuestra localidad, va a tener que adaptarse para competir”, dicen los comerciantes. Y cierra Bernald: “La idea no es atentar ni contra el mayorista ni contra los intermediarios. Ellos pueden venir a nuestra localidad y ofrecer sus productos, los que hacemos es garantizar en algunos ítems un precio social. Es decir, que la persona que no pueda pagar una leche de $70 tenga una a $30. Y por supuesto que hay gente que podrá comprar la más cara, pero hay que darle la posibilidad a aquellas personas de menos recursos para que puedan acceder”.

Fuente: Infobae

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