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«Vamos a pasar una noche increible en el teatro Rosita Avila»

Roque Narvaja: "Los primeros melenudos en Buenos Aires no la pasábamos muy bien"

«Faltaría más», dice Roque Narvaja, cuando Cafe Prensa le agradece la entrevista.

«Responde con muy buen humor. Y así comienza la charla con un músico imprescindible del rock argentino, nacional, o como se lo quiera llamar, que actúa en el Teatro Risita Avila este sabado. Él se define como «un roquero que toca pop», y es muy cierto. Es popular y trasciende las categorías. Además, es un artista muy querido, que sabe que el amor y los sueños han estado y están en sus composiciones, y que son parte de la memoria generacional de muchos.

«El mar de la tranquilidad» es el nombre de tu último disco, ¿por qué?

«Mar de la tranquilidad» es el nombre de una canción, y a mí me pareció también un buen título para un álbum. Y, en realidad, obedece a la lógica de los discos que hacíamos en los 60, en los 70, cuando un tema daba título a lo que se llamaba en ese momento long play. Y, generalmente, era una canción que se quería destacar. Después cambia un poquito la perspectiva en el rock, y hay álbumes que tienen un título que no tiene una canción con ese título adentro. Y el equipo que trabajó conmigo en este disco aceptó mi idea de ponerle «Mar de la tranquilidad», un nombre que inspira imágenes. Entonces este mar de la tranquilidad habla de la canción, de un amor fallido, de un amor que se extraña, de un amor de un tiempo que pasó. Habla del mar de la tranquilidad como diciendo se fue a la Luna… Son licencias poéticas; en realidad, no hay ninguna explicación coherente…

«Este mar de la tranquilidad habla de la canción, de un amor fallido, de un amor que se extraña, de un amor de un tiempo que pasó».

Hablás del long play, de lo que significaba hacer música en otros tiempos, ¿cómo es hacer música en estos?

Mirá, lo vivo siempre con alegría porque a mí me gusta mucho grabar. Lo que sí hay que tener en cuenta es que ahora es más difícil, porque los procesos son mucho más detallistas, más meticulosos y, sinceramente, es un poquito rizar el rizo; es complicar algo que tiene que ser muy simple. En el pasado, grabábamos tocando y eso era el disco. Ya teníamos la posibilidad de meter un instrumento base, lo que se llamaba hacer un pequeño play-back, significaba agregar una guitarra, un piano, un órgano, coros, amén de la voz que se ponía aparte. Era más genuino, posiblemente, en el pasado. Era auténtico. Y ahora tenemos estos procedimientos larguísimos que a veces son bastante aburridos (risas). Pero, bueno, cuido siempre que se salve la canción,tanto en el arreglo como en la grabación.

¿Cómo vivís esta presentación en Salta, cuándo viniste por última vez?

Tengo muchos amigos, en Tucumán , así que tengo muchas ganas de verlos y, aunque sea, saludarlos en el teatro. Y estoy muy contento. Soy un gran admirador de la música tucumana.

¿Y el tango?

El tango menos, el tango a mí me empieza a interesar a partir de Piazzolla. Y antes me gustaba, por supuesto, Gardel que es un diferente. Gardel viene del campo, de cantar folclore y después entra en el tango. Y tango menos también porque mi familia es muy provinciana, somos cordobeses, bueno yo pasé toda mi vida en Buenos Aires, pero a mis padres y a mis hermanos nos gustaba, nos gusta mucho el folclore, el tango menos. Ahora bien, el folclore de las ciudades como Buenos Aires era la última moda, lo que sonaba por las radios…

Fuiste uno de los iniciadores de un rock muy argentino y popular con «El extraño del pelo largo»…

Bueno, eso viene después. Antes de «El extraño de pelo largo» y el pelo largo, el rock era muy popular, el rock de Elvis, de Bill Haley y sus Cometas, y de muchos otros que venían también de la mano de películas. El rock era muy popular en Buenos Aires y he visto practicar pasos de baile a los muchachos en el barrio, agarrados de un árbol o una columna para hacer un buen papel el sábado. Había un montón de clubes en los barrios de Buenos Aires y los fines de semana había actuaciones y había fiestas y se bailaba mucho el rock, y era muy bueno. Después vienen los Beatles… primero viene de flequillo y después el pelo largo, y los primeros melenudos que había en Buenos Aires no la pasábamos muy bien, porque no era muy popular tener el pelo largo. Yo me acuerdo que de alguna obra de construcción se recibía algún regalo, alguna piedra, algún cacho de Portland (risas) porque parecía que uno era un excéntrico…

Eras muy jovencito…

Yo estaba en el colegio cuando pasaba todo eso, y tenía muy poquito de largo el pelo. Los curas de mi colegio me lo habían permitido porque yo ya tenía un conjunto. Escribí la canción «El extraño de pelo largo» mirando a alguno que otro melenudo que pasaba por la calle…

«Yo me acuerdo que de alguna obra de construcción se recibía algún regalo, alguna piedra, algún cacho de Portland (risas) porque parecía que uno era un excéntrico…».

«Santa Lucía», «Menta y limón», «Yo quería ser mayor», un himno para una generación, ¿cómo llegaron esos temas?

Todo eso viene de la época española, después de «El extraño de pelo largo». Después de La Joven Guardia, mi primera banda, una banda icónica, exitosa, que me llevó a los escenarios de una manera profesional, definitiva, yo hago discos solistas desde otro lugar, desde una opinión social y todo eso desemboca después en las prohibiciones, como tantos, no he sido el único. Primero vino la prohibición de los temas y después la prohibición del artista, y yo me fui al exilio en el año 77. Aterricé en España y empecé de nuevo, empecé de cero y no sabía cuándo iba a volver, no sabía si iba a volver, y tenía que seguir adelante con mi carrera. Y una de las canciones que yo llevaba un productor la escuchó, se llamaba «Santa Lucía». Y ahí nació un éxito muy grande, no en mi voz primero sino en la voz de Miguel Ríos, un rockero español muy famoso, muy buen artista, que hizo un milagro con la canción. Y, detrás de «Santa Lucía», yo grabé mis discos solistas. Con mucho éxito el primero llegó a la Argentina, fue «Un amante de cartón», donde está mi versión de «Santa Lucía», «Menta y limón», «Yo quería ser mayor», etcétera, etcétera… canciones que el público conoce bien.

«Primero vino la prohibición de los temas y después la prohibición del artista, y yo me fui al exilio en el año 77. Aterricé en España y empecé de nuevo…».

Wikipedia dice que sos baladista, rockero… ¿cómo te definís?

Es raro. Mirá, a mí me han tratado hasta de cantante melódico y yo no tengo un pomo que ver con un cantante melódico (risas). Un cantante melódico es un tipo que agarra un micrófono y canta un bolero más o menos con ritmo. Yo soy un músico de rock que toca pop, yo soy un músico de rock que toca canciones de una manera rockera. El rock es una manera de hacer música, es una cultura, no solamente por una ideología que también lo acompañó, en principio en contra de la frustración de los occidentales, sobre todo de los norteamericanos después de haber ganado la Segunda Guerra Mundial… se mete en el pueblo norteamericano la protesta de la música negra, de esta música muy simple que era hija del ritmo y blues, las canciones que cantaban los negros en los guetos, con su queja de lo que les pasaba en la vida, pero también poniéndole ritmo y haciendo una música muy contagiosa y maravillosa, que venía también del bugui bugui, que era la música que hacía Glenn Miller, esa que pasan siempre en las películas de la Segunda Guerra Mundial (tararea), esa que bailan los soldados, eso era rock. Claro que después Chuck Berry y otros guitarristas como Little Richard hacen con una banda una cosa mucho más marcada, hacen canciones basándose en el blues que tiene tres acordes y 12 compases y dos cambios… hacen el rock que nosotros conocemos y que Elvis, al mezclarlo con el country, hace que sea absolutamente universal. Y vamos a tener que decir ahí que hay mucha influencia latina en la música de Elvis, en la música de cualquier blanco norteamericano, y ese es el primer rock que conocemos. Después viene el rock de los Beatles que también tiene canciones y mucha influencia folclórica inglesa, y llegamos -y me estoy saltando muchos pasos- al rock argentino, a las canciones que hacen los pibes con una guitarra y tocan con una banda. Es importante recalcar que el rock es una música fácil y popular, que cualquiera puede tocarla en una guitarra. Eso hace que sea tan, tan popular.

En el concierto van a hacer temas de tu último disco y seguramente te van a pedir clásicos…

Sí señor. Intentamos siempre, siempre, cumplir con todo el mundo. Por supuesto van a estar todas las canciones que la gente quiere escuchar, pero también vamos a meter canciones del nuevo disco, porque hay que darlas a conocer y -por qué no- también algún viaje vamos a hacer. Hay un lindo sketch a La Joven Guardia. El espectáculo es muy llevadero, muy divertido y, sinceramente, la gente la pasa muy bien y sobre todo en la última parte, cuando entramos en lo que aquí se llamó la música beat, que era lo que hacía La Joven Guardia; digamos, un ancestro del rock que enseguida se empezó a llamar rock nacional, pero que arrancaba con esas bandas que había tantas en Argentina, y algunas muy buenas y que hacían canciones con una guitarra y después las tocaban con una banda.

«Después viene el rock de los Beatles que tiene canciones y mucha influencia folclórica inglesa, y llegamos -y me estoy saltando muchos pasos- al rock argentino, a las canciones que hacen los pibes con una guitarra y tocan con una banda».

¿Quiénes van a subir al escenario el viernes?

En la batería está Gabriel Fernández; en el bajo, Héctor Grasso; teclados, Juan Pablo Ezquerra; otro teclado, guitarra y voz Oscar Novales y en guitarra, armónica y voz, quien les habla, Roque Narvaja.

¡Una banda!

Sí. Suena lindo. ¡Hacemos un ruido bárbaro! (risas).

Una cita con un artista genuino

Roque Narvaja se presenta el viernes, a las 21.30, en el Teatro Provincial, Zuviría 70. Llega con grandes clásicos y su último disco, «Mar de la tranquilidad».

En 1969, a los 17 años, forma La Joven Guardia, «El extraño del pelo largo»,  «La reina de la canción», «En el pueblo de San Esteban» son grandes sucesos del naciente del rock nacional. Ese año participa en las películas «El extraño del pelo largo» y «El profesor hippie».  En 1972, se embarca en una carrera solista situada en los tiempos que vivía el continente, experimentando en sus ritmos más profundos. «Octubre (mes de cambios», «Primavera para un valle de lágrimas» (1973) y «Chimango» (1974) lo atestiguan.

En 1977 se exilia en Madrid y una canción suya se convierte en «algo más que un éxito», al decir de JOAN MANUEL SERRAT, en la voz de Miguel Ríos. «Santa Lucía» abre un ciclo de éxitos con «Menta y limón», «Yo quería ser mayor», «Un amante de cartón», «A mi cama». Luego vendrían «Nacido en el Tercer Mundo» (1987), «Good Nigh, Madrid» (1990) y tantos álbumes que dieron luz a los tiempos que transitaron. Su música fue interpretada por Juan Carlos Baglietto, Julia Zenko, Ricardo Montaner, Miguel Ríos, Ricardo Iorio, Los Enanitos Verdes, Hilda Lizarazu y LOS NOCHEROS, entre otros.

«Este álbum está dedicado a Hiacho Lezica, con el que formé mi primer grupo, y a JOHN LENNON, en parte culpable de que lo formara», escribió Narvaja en la contratapa del disco «Un amante de cartón», grabado a fines de 1980 en Alemania y España. Lezica, baterista de La Joven Guardia, había muerto en marzo y Lennon, el 8 de diciembre de ese año.

Continuaba la experiencia de un artista genuino que hace música para decir y compartir.

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