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Menos contaminación

El efecto inesperado del coronavirus: cambió el olor del aire y mejoró el ambiente.

Son los resultados de una medición hecha durante la cuarentena. Influyen la caída en la circulación y el parate industrial. ¿Qué pasará cuando se retome la actividad?

Buenos Aires vacía por el coronavirus. Mejoró la calidad del aire y hay menos olor. Foto: Fernando de la Orden

Además de ser el mejor antídoto contra la expansión del coronavirus, cumplir el aislamiento obligatorio genera un beneficio colateral y tan invisible a los ojos como el Covid-19. Según informa Greenpeace, a partir de un monitoreo diario realizado a lo largo de la cuarentena, mejoró el ambiente y cambió el olor del aire.

Al circular menos autos, al bajar la frecuencia del transporte público, con gran parte del sector industrial en pausa, la concentración de gases disminuyó notablemente y el aire luce distinto, mejorado

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“En los estudios y registros científicos se pueden verificar cambios que percibimos con sólo abrir las ventanas; el aire huele diferente”, afirma Leonel Mingo, coordinador de campañas de Greenpeace.

Ahora bien, ¿podría mantenerse esta mejora ambiental al terminar la cuarentena?

“Lo que está demostrando el aislamiento es lo que los ambientalistas decimos hace décadas –agrega Mingo en diálogo con Clarín-. Si se deja de contaminar el aire, la naturaleza es sabia y vuelve a estar sana por sí sola. Nuestra realidad indica que cuando se levante la cuarentena volverá todo a como estaba antes, lamentablemente”.

El análisis comparativo de emisión de Dióxido de Azufre, antes de la cuarentena y en pleno aislamiento. (Greenpeace)

El análisis comparativo de emisión de Dióxido de Azufre, antes de la cuarentena y en pleno aislamiento. (Greenpeace)

Para que los beneficios no sean efímeros plantean una ecuación concreta: “Si el transporte público y el parque automotor pasaran a funcionar con energía renovable no haría falta una cuarentena, el aire estaría limpio, no se necesita que la humanidad se detenga”.

El Dióxido de Azufre es el gas responsable del olor más intenso en las ciudades. Proviene de la actividad industrial y del uso de automóviles. También se produce por la quema de combustibles como el carbón y el petróleo. “Es en gran parte por este gas que las ciudades huelen mal”, explican. Con la cuarentena, al restringir la industria y disminuir la circulación vehicular, bajaron los niveles de emisión de gases contaminantes.

Greenpeace realizó un monitoreo desde el 18 de marzo (dos días antes de iniciado el aislamiento obligatorio) hasta el 2 de abril y las muestras son evidentes: hay una disminución notoria en la concentración de gases que producen efecto invernadero: Dióxido de Carbono (CO2), Dióxido de Nitrógeno (NO2) y Dióxido de Azufre (SO2).

Las imágenes satelitales van mostrando los cambios en la concentración de gases. (Greenpeace)

Las imágenes satelitales van mostrando los cambios en la concentración de gases. (Greenpeace)

El cambio de olor en el ambiente es difícil de detectar para alguien que no es especialista en el tema. Y cada pequeña porción de la población maneja su filtro de acuerdo al contexto en el que se mueve. “Si vas a la vera del Riachuelo sentís un fuerte olor que molesta y en algunas zonas hasta es difícil de soportar, pero la gente que vive ahí ya está acostumbrada. Eso no quiere decir que no esté mal y que no sea contaminante. Lo que pasa ahora es lo mismo: en la Ciudad estamos acostumbrados a un cierto olor y solo nos percatamos cuando se vuelve más profundo, como cuando estamos cerca de un camión o colectivo que se pone en marcha”, explicó Mingo.

En la misma línea del monitoreo de Greenpeace, la Ciudad de Buenos Aires realizó su propio estudio y determinó que la calidad del aire mejoró un 50% en relación a números del mismo período (del 20 al 25 de marzo) de 2019. Entre los datos obtenidos, destacan que el valor promedio de concentración del Monóxido de Carbono esos días fue de 0,5 ppm cuando la línea guía de la OMS indica 1,0 ppm. El Dióxido de Nitrógeno arrojó 35 ppm y, según la OMS, el valor guía es de 106 ppm.

“En Capital Federal tenemos la suerte de estar limítrofes con el río más ancho del mundo -subrayan en Greenpeace-. Cuando sopla el viento, la contaminación se va hacia el río. La Ciudad de México, por ejemplo, está hundida como en un valle. Y eso hace que la concentración se quede ahí. Ni siquiera ahora con el aislamiento logran bajar los niveles de contaminación ambiental”.

Estos informes llegan en consonancia con un estudio de la Universidad de Harvard que alerta que las personas expuestas por largos periodos a altos niveles de contaminación ambiental​ tienen más posibilidades de morir si se infectan con el nuevo coronavirus.

La baja del transporte que ayudó al ambiente

Los cinco sentidos se fueron amoldando al compás de la cuarentena. Lo que hoy puede significar a simple vista un caudal vehicular importante no tiene comparación a las habituales situaciones de caos de tránsito previas al aislamiento. Así lo avalan los datos. Esta semana circularon por las autopistas 25 de Mayo, Illia, Perito Moreno y Dellepiane un promedio de 100 mil vehículos por día. La cifra es un 5% más alta que la semana anterior pero está muy lejos los 400 mil vehículos diarios que circulaban antes de la cuarentena. El índice de congestión vehicular sigue estando un 70% por debajo de los valores típicos de Buenos Aires.

El transporte público también se redujo. Hoy circulan 6 mil de las 15 mil formaciones habituales en el Área Metropolitana de Buenos Aires, la más golpeada por el coronavirus. El lunes, por caso, viajaron en subte 25 mil usuarios cuando la cifra normal asciende a más de un millón.

El ministerio de Transporte informó a través de los datos recabados por el sistema SUBE que la cantidad de usuarios promedio en el AMBA bajó más de un 90%. Un día habitual viajan en tren, colectivo y subte 4.242.450 ciudadanos, mientras que los datos de fines de marzo arrojaron una cifra de 300 mil pasajeros por día.

El panorama se extiende a nivel nacional. En el promedio del Noroeste Argentino, bajó un 74% el uso del transporte público, según el análisis del sistema SUBE. También hubo bajas de 73% en la Patagonia y de 70% en la Región Centro.

CLARIN

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