Postergó su carrera como médica para ser futbolista
Y quiere jugar otro Mundial: “Fui un poco egoísta”
De aquella nena que jugaba con las pelotas que le prestaban sus primos y sus amigos a la multicampeona con la UAI Urquiza y con Boca. De la médica a la futbolista de la Selección argentina que sueña con jugar su segundo Mundial en la cita de Australia-Nueva Zelanda 2023. La vida de Miriam Mayorga tiene muchas aristas, pero una sola constante: la perseverancia. La pasión por el fútbol nació cuando, en su Bariloche natal, iba a ver a su papá y a sus tíos jugar para el equipo de La Unión. Era un plan familiar que la pequeña Miriam y sus cinco hermanos menores nunca se perdían.
Pero a Miriam no solo le interesaba ver fútbol, sino también practicarlo. El problema era que en aquellos tiempos a las nenas no les regalaban pelotas, entonces tenía que apelar a la generosidad de sus amiguitos para que la dejaran jugar con ellos. “Ese era mi lugar y mi momento de diversión”, recuerda la futbolista que acaba de ganar el tricampeonato del torneo de primera división con Boca.
Su ingreso al fútbol femenino se dio casi de casualidad. Cuando tenía diez años, una mudanza la obligó a cambiar el camino hacia la escuela y en ese nuevo recorrido conoció a una chica que le contó que jugaba en un equipo de nenas.
“Ella me acompañó a pedirle permiso a mi mamá, que era muy estricta. Le pregunté si me dejaba jugar y me dijo que si me iba bien en el colegio, aprobaba y sacaba buenas notas, podía ir. Así que ahí arranqué”, recordó la futbolista de 33 años, que empezó su carrera como mediocampista pero que a pedido de Christian Meloni, exentrenador de Boca y actual de las Selecciones juveniles femeninas, pasó a jugar como zaguera central.
El fútbol se volvió una constante en la vida de Miriam que, una vez que terminó la secundaria y se puso a trabajar, entrenaba sola durante la semana y se anotaba para jugar partidos los sábados o los domingos.
En uno de esos torneos relámpago de los fines de semana, se dio su gran golpe de suerte. El entrenador de la UAI Urquiza había viajado a la ciudad de Ingeniero Jacobacci para ver jugadoras. El equipo de Miriam ganó el certamen y ella tuvo un gran desempeño. Una vez que la final terminó, el DT se le acercó y le ofreció hacer una prueba en Buenos Aires. Le contó, además, que el club tenía un convenio con una universidad y que, si quedaba, iba a poder estudiar. “Para mí fue un doble incentivo porque la medicina siempre me había llamado mucho la atención y en Bariloche no estaba esa carrera”, explicó.
El fútbol abre puertas: una nueva vida en la gran ciudad
Buenos Aires podía ser una tierra de oportunidades, pero también de grandes miedos para la rionegrina, que tan solo conocía la gran ciudad por lo que veía en los noticieros. El apoyo a la distancia de su familia y el acompañamiento de sus compañeras de equipo -y de departamento- fueron clave para adaptarse a su nueva realidad como futbolista de primera división y estudiante de medicina.
El día a día, de todos modos, requería de un enorme sacrificio: “No podía planificar nada a largo plazo porque los los tiempos eran muy cortos. Yo soy bastante estructurada y perseverante, y por eso pude recibirme en los seis años que dura la carrera. Cursaba a la mañana y a veces ni comía -porque no tenía plata para comprarme algo o porque el tiempo no me daba- y me iba rápido a tomar el colectivo para entrenar en Rancho Taxco o el tren a Villa Lynch. En los viajes siempre iba con los apuntes a mano. Estaba todo el día fuera de mi casa y volvía del entrenamiento cansada como cualquier trabajador, pero tenía que ponerme a estudiar”.
“Resigné muchas juntadas con amigos y mucho tiempo con la familia porque si no no iba a llegar para los parciales. Fui un poco egoísta en ese sentido”, admite.
Un dilema constante: ¿la medicina o el fútbol?
En 2019, Miriam estaba terminando la carrera universitaria y sus intenciones eran empezar la Residencia en algún hospital. En paralelo, era una de las figuras de la UAI Urquiza, uno de los equipos más exitosos del fútbol femenino nacional, y estaba entrenando con la Selección argentina, con la posibilidad firme de ir al Mundial de Francia. Las dos ocupaciones al mismo tiempo eran incompatibles.
“Consulté qué hacer con mi familia y con mis más allegados. Escuché sus palabras y sus consejos. Ellos me dijeron ‘Médica vas a ser siempre pero estos años del fútbol no los vas a recuperar’”, contó la Doc -tal es su apodo-, quien en algún momento soñó con dedicarse a la medicina forense por su amor por las series de investigación, pero que hoy cree que su futuro estará más ligado a la traumatología en algún equipo o club.
Esa fue la primera vez que la nacida en Bariloche postergó su carrera como médica para darle prioridad al fútbol. Cuatro años después, la situación vuelve a repetirse: aunque sigue estudiando para dar el difícil examen de ingreso a la Residencia, su gran presente en Boca y la posibilidad concreta de ir al Mundial de Australia Nueva Zelanda 2023 la tiene muy interesada.
Ante la pregunta de si piensa en resignar su carrera como futbolista para meterse de lleno en la medicina, Miriam es clara: “Las futbolistas tienen muchos altibajos y mantenerte en un buen nivel es muy difícil. Se empezó a acercar el Mundial otra vez y Germán (Portanova) me ha tenido muy en cuenta en las convocatorias, así que otra vez empezó el sueño de tratar de estar en la lista. Otra vez todo se fue estirando y no tengo fechas”.
El Mundial de Australia-Nueva Zelanda y el sueño de la primera victoria
Con la Selección, Miriam fue parte de dos procesos mundialistas: el de Francia 2019 y el de Australia Nueva Zelanda 2023. En ese lapso, fue al mismo tiempo testigo y protagonista de los cambios que produjo la semi-profesionalización de la primera división del fútbol femenino y la mejora en las condiciones de trabajo del equipo nacional.
“Hay muchos cambios. En los clubes se está trabajando de otra manera. En Boca es muy profesional, cada vez hay más detalles para nosotras y la exigencia es bastante alta. Tal vez en 2019 mi preparación no era la mejor, pero hoy tengo más tiempo. Me dedico solo a entrenar en doble turno, y descanso y me alimento mejor. A nivel Selección fue importante mantener los amistosos de las fechas FIFA y tener partidos importantes. Eso es muy valioso para la competencia. También tener un lugar para concentrar o tener un vestuario propio, porque antes lo compartíamos con los varones. Son detalles que suman un montón para que nuestra preparación sea la mejor”, detalló.
En el Mundial, Argentina integrará el Grupo G junto a Italia, Sudáfrica y Suecia. Miriam sabe que es difícil, pero cree firmemente que el equipo nacional puede hacer historia: “Nuestro objetivo más grande es ganar un partido, que es algo que la Selección nunca pudo hacer. Hay un convencimiento bastante grande por parte del cuerpo técnico y de las jugadoras de que se puede dar. Si es así, el siguiente objetivo es pasar de fase”.
Con esas metas en mente, el cuerpo técnico que encabeza Germán Portanova viene trabajando hace meses. Incluso, ya en diciembre del año pasado, empezaron a mandarles a las jugadoras informes y videos de las rivales mundialistas a través de un grupo de Whatsapp. No hay tiempo que perder.
Aunque todavía no han tenido contacto con sus colegas de la Selección masculina, Miriam no pierde las esperanzas de que los campeones del mundo les envíen su apoyo de cara al Mundial, que se disputará del 20 de julio al 20 de agosto.
Lo mismo espera del público argentino: “Si se compara con el Mundial pasado, ha crecido un montón el apoyo de la gente y más ahora que se viene el torneo más importante. Esperamos el acompañamiento y que sepan que no tenemos la misma realidad que el masculino: nosotras estamos en un proceso que recién está empezando. Así que esperamos que conozcan a las jugadoras, que sepan en qué clubes juegan y que puedan adentrarse un poquito más en la vida de cada una para conocer las distintas realidades”.