Punta del Este: cocina regional, viñedos en las sierras y paseos en barco para atraer más argentinos
Esperan una temporada récord. Cómo son las propuestas más novedosas.
Entre algún runner y calles que todavía transmiten tranquilidad, Punta del Este se prepara para una temporada de verano que, calculan, será récord en asistencia de argentinos.
Ahora los semáforos están desconectados: se «prenden» a mediados de diciembre y se «apagan» después de Semana Santa. Pero en un par de semanas todo estará repleto de turistas y para un tramo de 30 cuadras costeando el Atlántico, que demora unos 15 minutos en auto, se tardará casi 2 horas.
La Brava espera turistas.
«La mayoría de las consultas y reservas son de argentinos«, indican a este diario en la inmobiliaria «García y Vidal».
Hay alquileres para la primera quincena de enero desde US$ 1.600 en la península y desde US$ 20.000 en José Ignacio. En febrero la tarifa baja entre 30% y 40%.
También hablan del aluvión argentino en The Grand Hotel Punta del Este, un 5 estrellas que invitó a Clarín. Tiene 120 habitaciones y 107 con vista al océano: van desde los US$ 300 al menos hasta el 15 de diciembre.
En la cotidianidad algunos precios son amigables. Ejemplos (siempre en pesos argentinos):
* gaseosa de 600 ml y primera marca: $ 29;
* botella de agua de 625 ml: $ 25;
* plato del día con bebida, en el cruce de la clásica calle Gorlero y Los Muergos: $ 240;
* ensalada o sándwich con agua saborizada: $ 180;
* asado de tira en una parrilla céntrica: $ 200;
* kilo de helado de una cadena con sucursales en ambos países: $ 270;
* litro de leche entera en sachet: $ 14;
* cerveza argentina de 710 ml: $ 108;
* kilo de yerba: $ 100.
Con este panorama, para seducir más turistas surgieron propuestas novedosas: viñedos en ascenso, paseos en barco y gastronomía local, entre otras.
Los funcionarios de Maldonado (el departamento al que pertenece Punta del Este) esperan superar esta temporada el millón de visitantes que hubo en 2017, cuyo 65% fueron argentinos.
Comida regional 5 estrellas
Una sonrisa y 40 kilos de camarones.
«Con eso hice un clic», cuenta Guido Ojeda (34 años, argentino, chef) en el restorán «Lighthouse» de The Grand Hotel Punta del Este.
Ojeda llegó a Uruguay en febrero de 2016 desde la Ciudad de Buenos Aires. Estaba inquieto y quería hacer cosas nuevas.
«La idea fue buscar qué hay en el país que valga la pena destacar. Y cuando empezás, encontrás un millón de cosas», dice.
Hoy sus platos están hechos con productos regionales.
Guido Ojeda.
«Tuve una revelación cuando fui por camarones a la laguna de Rocha ─relata el chef─. Había llegado un mes antes, estaba tapado de laburo. La ruta hasta allá está buena, pero cuando tenés que entrar a la laguna es un camino de 15 kilómetros de tierra. Había llovido y tengo un coche chico. Fui a las puteadas. Llegué a la casa del pescador, estaba todo inundado. Me esperaba Pepe, que tiene 60 años, con unos camarones hermosos. Y ahí pensé ‘No puedo ser tan egoísta; esta gente me está esperando con el corazón en la mano, con una sonrisa gigante y un producto espectacular'».
Volvió al hotel -ubicado en Parada 10 de la Playa Brava, a metros de la torre que levanta Donald Trump- y contó qué le pasó: «Acá quiero sacar pesca del puerto, esturión, las carnes uruguayas. Y terminamos de darle forma a la carta con productos locales».
The Grand Hotel Punta del Este.
El chef recorre ferias orgánicas y les compra a los pequeños productores. En la carta agrega las coordenadas geográficas para informar dónde están esos productos.
Destaca, por ejemplo, a Isabel, una productora de San Carlos que cría cabras, las ordeña todas las mañanas y hace queso fresco. «Es tremendo, nunca había probado uno así».
Todo esto lo transmite en sus platos (y le sale muy bien). Y así explica algunos:
* Canelón de cangrejo sirí
«Sale en las lagunas de Rocha y Valizas. Se lo compramos a una pescadora que se llama Gloria. Es la pulpa del cangrejo. La servimos con una cebolla morada en pickles, pepinillos en pickles, un poco de queso Filadelfia y cilantro; el canelón está envuelto en láminas de zucchini, tiene un gel de remolacha; la hacemos al horno, la mixeamos, le agregamos agar-agar (gelatina que proviene de un alga marina), dejamos que gelifique y la mixeamos de vuelta. Queda una textura muy particular. Y tiene una crema de palta.»
Canelón de cangrejo sirí.
* Entrecorte de cordero
«Quise representar los sabores de Medio Oriente en un plato con productos locales. Es a la plancha, simple. Viene acompañado por un humus de calabaza, hacemos un puré de calabazas enriquecido con pasta de maní, por unas especias que tostamos y molemos y que les agregamos café. Va con una ensalada fresca de pepinos, queso de cabra, menta, arvejas y un yogur que le da frescura. El entrecorte, arriba, tiene un chimichurri de anacahuita (un árbol).»
Entrecorte de cordero.
* Nikkei del puerto de Rocha
«Está hecho con brótola. La cocción es al horno, aceite de oliva y nada más. Tiene un montón de sabores complejos que si los tapás con lo que le agregás a la cocción del pescado no se destacan. Está acompañado por quinoa, una manteca de espinaca para darle color y sabor. Y viene coronado con un dashi de hongos portobellos y algas rochenses.»
* Helado de mate
«Es una creación de nuestro ex pastelero. Le pedí que hiciera un helado con mate y se le ocurrió una representación de lo que es una tradición de una tarde en Uruguay. Está acompañado por una minibrusqueta de torta frita, dulce de leche y un almíbar de naranja que es lo que se le echa para soborizar la yerba.»
Helado de mate.
¿En qué se parecen y se diferencian los uruguayos y los argentinos con la comida?
Responde el chef Guido Ojeda: «Los 2 la ponemos como excusa para encontrarnos. Pero los uruguayos son más tradicionalistas a la hora de elegir, con asado o chivitos».
3 opciones para deleitarse
«Ramona» abrió los primeros días de septiembre de este año. Nació en Montevideo, donde tiene 2 restoranes, y sus dueños lanzaron otro en la península (Gorlero, esquina Las Gaviotas).
Es un ambiente descontracturado, ideal para llegar a los sabores clásicos.
Como el chivito «en pan casero calentito», tal cual describen en su carta. Rico y abundante, cuesta $ 250.
Otros puntos altos: la pesca del día con milhojas de papas y calabaza o vegetales ($ 300) y el ojo de bife premium con papas, panceta horneada, pesto de la casa y salsa criolla ($ 360).
«I’marangatú» (Rambla C. Williman y Parada 7) es «el alma de Punta del Este, de sensaciones muy buenas», infla el pecho Carlos Baglivo, uno de los 3 empresarios a cargo del beach club.
Lo administra desde hace un año. Es un clásico de la ciudad que desde 1958 reúne a las principales figuras del mundo artístico y político.
El paisaje (la Playa Mansa, el Atlántico, la isla Gorriti, el puerto) encaja a la perfección con los sabores gourmet y los tragos de nivel altísimo y colores vivos, hechos por Néstor Olguins (el cremoso de maracuyá arranca aplausos).
Buenos tragos a metros de la Mansa.
Para destacar: las miniaturas de pesca del día ($ 280), los tiraditos de salmón ($ 270) y los chipirones con mango y pepino ($ 300).
Y para la merienda, la opción de «Café de la Huerta» (Pedragosa Sierra y Roosevelt) se afianza en la previa del verano.
Vinos y cerros, una postal distinta
La foto es otra: cerros, plantaciones de uva, oliva y el verde de los árboles y el suelo, en sus diferentes tonalidades que juegan con el sol.
El Atlántico no está. Pero sigue siendo el departamento de Maldonado y lo que refleja la imagen es una propuesta distinta a pocos minutos de Punta del Este.
Sobre la ruta 12, previo paso por la 39, conviven desde los últimos años varias bodegas jóvenes que asientan el crecimiento de un nuevo polo vitivinícola en Uruguay.
Viña Edén tiene 1 año y ya produjo 50.000 botellas. «Acá plantan viña japoneses, noruegos y peruanos», dice Juan Pablo Fitipaldo, enólogo y uno de los socios.
Las sierras rodean Viña Edén.
Destaca a sus «colegas» (así les dice) Alto de la Ballena y Garzón, además de los que vienen asomando.
«Buscamos consolidar la región», afirma. Y explica las particularidades de la zona: «La influencia del océano que hay en Maldonado hace que el viento que ingresa desde el mar impacte en la madurez de la uva. Eso es muy bueno porque los días no son tan cálidos».
Vinos sobre el Cerro Negro.
Fitipaldo diferencia, además, el suelo respecto al de Canelones, departamento donde se ubica el 60% de los viñedos uruguayos.
«Allá es con arcilla. Yo quise experimentar con otro tipo: acá es pedregoso, el granito es muy antiguo y tenemos fuertes pendientes.»
En Viña Edén (kilómetro 26 de la ruta 12) se puede disfrutar de un almuerzo o de una cena en el restorán -a cargo de Cocó Gandini- con vistas a las sierras. Hay, también, visitas guiadas en carritos eléctricos.
Homenaje al sol desde el mar
Una de las propuestas más nuevas es el paseo en el catamarán «Oceanía».
«Con ‘Atardecer en Casapueblo’ buscamos homenajear al sol en su despedida con un brindis con champán ─detalla Gonzalo Ferreyro Christophersen, encargado de Ventas que invitó a Clarín a hacer la experiencia─. Y cerramos con el anochecer en la bahía. A la ida recorremos la costa deportiva y de los cruceros. Son 3 puntos turísticos en el marco de 2 horas navegando.»
Apreciar Punta desde un catamarán.
Durante el verano, explica, los pasajeros pueden meterse al mar, «con las medidas de seguridad correspondientes».
Desde el agua y a cierta distancia se puede observar Punta del Este con otra perspectiva. La ciudad luce tranquila, pero pasan cosas. Y muchas.