Quién es quién en la violenta interna gremial
buscan desbancar a Roberto Fernández de la conducción de la UTA
Miguel Bustinduy, el líder disidente, formaba parte de la conducción del sindicato, pero rompió con el oficialismo y presentó una lista opositora en las elecciones de octubre pasado que fue impugnada.
El titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, se atrincheró en el techo de su sindicato y prometió “matar a fierrazos” a los trabajadores de su interna sindical que quieran superar el cuarto piso, llegar a la terraza, y enfrentarlo; unos metros más abajo, el opositor Miguel Bustinduy, quien encabeza la toma del edificio ubicado en el barrio porteño de Once, acompañado de cientos de choferes de la empresa DOTA, le dice agitado a Infobae que no se irán del lugar hasta que la UTA “respalde el paro por tiempo indeterminado” iniciaron sin previo aviso unas 50 lineas de colectivos que circulan en la Ciudad y el conurbano bonaerense en demanda de mejoras salariales y en rechazo de dos despidos.
«No reconocemos la conducción de Fernández. Es un burócrata que desde hace tiempo se alejó de la lucha de los trabajadores. No defiende ni siquiera a los compañeros que despidieron con fuero gremial. Vamos a seguir reclamando una recomposición salarial urgente porque el sueldo ya no alcanza para comer”, llegó a decir a este medio antes de que se corte la comunicación de manera abrupta.
Antes, desde el celular se llegaron a escuchar gritos, ruidos de maderas quebradas y hasta algunas detonaciones que provenían de la Infantería de la Policía de la Ciudad, que llegó hasta el lugar ante la batahola generalizada que se produjo durante la toma de parte del edificio.
La batalla gremial ya generó al menos ocho heridos que fueron trasladados por ambulancias del SAME a hospitales de la zona.
Bustinduy está enfrentado con Fernández desde fines de agosto de 2018, fecha en que unta electoral de la UTA, en consonancia con el Ministerio de Trabajo, que por entonces comandaba Jorge Triaca, impugnó la Lista Azul que encabeza el opositor que hoy intentó tomar el edificio.
Lo mismo ocurrió con las otras que no estaban alineadas bajo la cobertura del “Gallego” Fernández. De esa manera, en octubre de ese mismo año, el histórico líder de la UTA, -que ya llevaba 12 años como secretario general del gremio- logró su reelección por otros cuatro años al frente del gremio de los choferes de colectivos, sin oposición en las urnas, pero dejando una interna caliente que terminó siendo feroz esta tarde.
En ese momento, Bustinduy aseguró a través de un comunicado que «la junta electoral es el brazo ejecutor de los mandatos de un grupo que está perpetuado en el poder. Hoy el sindicato es sólo un edificio vacío sin el calor de los trabajadores”.
“El estatuto obsoleto aleja a los trabajadores del gremio”, había sostenido el dirigente opositor y acusó a Fernández de esconderse detrás de ese reglamento para proscribirlo. En la revuelta de hoy a Fernández también le enrrostraban que la obra social del gremio fue vaciada y no se prestan los servicios médicos básicos a los afiliados.
Según pudo saber Infobae, Bustinduy supo ser aliado del “Gallego” pero tuvieron un fuerte enfrentamiento con el manejo de las líneas del grupo Dota. Sucede que los choferes de DOTA responden a la oposición gremial a Fernández y por varios meses los aportes de esos trabajadores no llegaron a las arcas de la obra social sindical.
El grupo Dota reúne también al grupo Monsa, que maneja la línea 60. La mala relación entre Fernández y los delegados de la línea 60 ya lleva varios años y se complicó cuando el jefe de la UTA no respaldó los reclamos que realizaron los choferes de esa línea y el conflicto generó cientos de despidos y la cancelación de ramales.
Fue allí cuando se cristalizó la unión entre los delegados de base -varios de ellos provenientes de partidos de izquierda como el Polo Obrero- con los peronistas disidentes de Bustinduy armaron la Lista Azul, que fue impugnada.
La relación se desgastó a tal punto que nadie asegura que los enfrentamientos de hoy no puedan derivar en algún muerto. Como ya ocurrió en otras internas gremiales sangrientas, como las de la UOCRA de La Plata y Berazategui.
INFOBAE