Un monstruo puede quedar en libertad (MIRA EL VIDEO)

Hoy, Fátima Aparicio, sobreviviente, no sabe si va a ser su último día con vida. Ya escondió a sus hijos.
La mañana del 8 de mayo de 2019, Luis Ernesto Rondón entró al departamento de Fátima, su ex esposa, y se escondió en el baño, tras la cortina de la ducha. Esperó a que ella llegue y pase al baño. Entonces, corrió la cortina y le gritó “buuuu”. Tenía guantes de goma puestos.
La tomó por el cuello e intentó asfixiarla, pero no lo logró. La arrastró a la cocina y empezó a darle martillazos en la cabeza. La desmayó. Después, según cree el médico forense, le pisó la cabeza hasta quebrarle los maxilares en ambos lados.
Siguió golpeándola. Lola, la perra de Fátima, se puso a ladrar como loca y alertó a los vecinos. Entonces, él arrastró a Fátima inconsciente hasta la puerta, para trabarla con su cuerpo e impedir que los vecinos entren.
La gente del edificio se amontonó en el palier. Preguntaban qué pasaba y él les respondía que estaba todo bien. Lola seguía ladrando. Hasta que el portero se dio cuenta que salía sangre por debajo de la puerta y decidió romperla y entrar.
Fátima estaba inconsciente y con la ropa bajada. Sobre la mesada de la cocina, estaban todos sus cuchillos en fila. En la cama habían tiras atadas.
Los vecinos detuvieron a Rondón y Fátima fue derivada al hospital de emergencia.
Llegó inconsciente, con edema pulmonar, coágulos en el cerebro y múltiples fracturas. Estaba en coma. Así paso los siguientes 15 días. En esa época, todos creímos que no iba a sobrevivir.
Pero sobrevivió. En junio, recibió el alta.
Fátima había llegado a Tucumán huyendo de Rondón, su ex marido y padre de sus tres hijos. Allá tenía consigna policial, pero aún así sentía miedo. La Justicia salteña dispuso que la Policía la custodie hasta que ella y los chicos tomaran el micro a Tucumán.
Cuando llegó acá, fue a informar de su situación a la Justicia tucumana. Pero acá, la cosa fue distinta. Le dijeron que antes de ponerle custodia se tenía que hacer un examen psicológico. No llegó a hacérselo. Rondón la encontró a la semana. Ella dice que siente que en la fiscalía se le rieron.
Rondón, después de intentar matar a Fátima, quedó detenido con prisión preventiva, acusado de femicidio en grado de tentativa. Cuando le tomaron declaración, fijó domicilio en el departamento de Fátima. Sí, donde intentó matarla.
Hace dos meses, pidió el beneficio de la prisión domiciliaria. Se lo negaron, entre otras cosas, porque pretendía cumplirla en el departamento de Fátima. Sí, donde intentó matarla.
Fátima sigue con tratamientos por la fractura de los maxilares y le ha quedado alguna dificultad para expresarse, pero los médicos están sorprendidos de que no tenga más secuelas. Es una hermosa mujer, el pelo ya creció y tapó las cicatrices. Las visibles.
Hoy es 5 de junio. Hoy, a Rondón se le vence la prisión preventiva. Su abogada, del Cuerpo de Abogados para Víctimas de Violencia contra la Mujer ya pidió la prórroga. La Fiscalía también.
Pero a las juezas de la Sala VI todavía no se les ocurrió ni siquiera responder. Por sí o por no. Resalto: las juezas, mujeres. Son Stella Maris Arce y Alicia Freidenberg.
Así que hoy, Fátima no duerme. Hace ya una semana escondió a los chicos y está custodiada por sus hermanas.
Fátima no duerme, ni duermen sus hijos ni sus hermanas, ni los vecinos que la salvaron. Acá en Tucumán, no duermo yo ni debería dormir nadie. En unas horas, por falta de dos firmas de sus señorías, un monstruo puede quedar en libertad.
Los Primeros