«Rugby en los barrios»: cómo funciona el programa salteño que busca alejar a los niños de las drogas
«El proyecto es mi vida, amo lo que hago», destacó a Infobae su directora.
Desconocía el ambiente del rugby. Hasta que aquel partido que Los Pumas disputaron ante Sudáfrica, el 27 de agosto de 2016 en el estadio Padre Martearena de Salta, despertó su curiosidad. «Era la primera vez que asistía y coincidentemente mis ánimos no eran de lo mejor, estaba pasando por un problema de salud delicado», explicó a Infobae María Laura Ferreyra, licenciada en Comunicación Social.
Aquella noche fue testigo de la euforia medida. Los padres junto a sus hijos abrazados, animando a los jugadores argentinos, sin agresiones. «El abrazo final entre equipos contrarios, un salida del público organizada, los colores de las camisetas mezcladas. Todos esos factores conformaron un panorama alentador inesperado para mí. Me había invitado Marcelo Córdova, un referente de este deporte en el norte y miembro de la Unión Argentina de Rugby (UAR). Aquel escenario nos permitió soñar en grande«, sostuvo.
Así fue que encontró en el deporte del 15 contra 15 y la pelota ovalada una energía suprema. La esencia de lo que había observado le pareció formidable. «El rugby me transmitió fuerzas y ganas de superación», explicó la mujer de 37 años, quien desde su función como directora general de Cooperación de la Municipalidad de Salta pensó que, a través de esta práctica, podía encontrar el puntapié inicial para efectuar una serie de cambios sociales.
«Son situaciones graves las que padecen nuestros niños. Y mediante la aplicación de un programa deportivo, coordinado y planificado minuciosamente para que llegue a todos los sectores más vulnerables y aislados de nuestra sociedad (de forma libre y gratuita) comenzamos a llevarles todos todos los recursos y herramientas necesarios para que verdaderamente superen los flagelos que se presentan en forma cotidiana», remarcó Ferreyra.
Y así nació «Rugby en los barrios», un programa con más de 600 niños y adolescentesque, mediante esta disciplina, adoptan pautas de convivencia para relacionarse con los demás y van encarando con mayor seguridad los desafíos de la vida, apuntando al desarrollo y fortalecimiento personal.
Ferreyra manifestó que el proceso no fue fácil: «Logramos la firma de un convenio de colaboración, sin intereses mezquinos ni distinción de partidos políticos. El objetivo principal es que los niños aprendan sobre los valores que pregona este deporte: la solidaridad, el trabajo en equipo, respeto a las reglas, a los compañeros, a los adversarios ocasionales y a la autoridad. Que adquieran real compromiso y otros principios fundamentales para su inserción en la sociedad».
«De lunes a viernes salimos a más de veinte barrios. Son hombres y mujeres, alrededor de 600, de entre 6 y 17 años que disfrutan del programa; ellos son los protagonistas que en precarias canchas o espacios verdes accesibles nos esperan puntualmente. Es así como vamos promoviendo actividades con diferentes sectores de la comunidad en el ámbito de la responsabilidad social y gestionamos con mucho sacrificio los recursos necesarios para desarrollar acciones tendientes al bienestar social, como es la inclusión en materia deportiva», agregó la directora del proyecto.
El programa atravesó, a lo largo de 2018, su segundo año de vida. «Logramos redoblar la apuesta», celebró Ferreyra en relación a la cantidad de menores que lograron participar y también a los profesores y voluntarios que trabajan detrás de la inciativa.
«Somos un gran equipo de trabajo con miembros voluntarios, que ponen el corazón en cada barrio y merendero junto a otros 20 entrenadores que diariamente con lluvia, barro, frío o calor se movilizan por llegar a destino. Saben que en cada lugar nos esperan cientos de niños y jóvenes que participan de las clínicas de rugby, con cinturones de colores que los identifican, compartiendo intensamente las enseñanzas que imparten los profesores, para luego abrazarse y merendar un yogur con cereal nutritivo que les hace muy bien», agregó.
La mujer, que nació en Córdoba pero vive en la provincia norteña desde niña, planteó cuál será el próximo objetivo del proyecto: «Queremos contagiar a todo el país para que se replique en cada rincón de cada provincia, porque la esperanza es lo último que se debe perder. Anhelamos que se incluya en las escuelas con un presupuesto autónomo y propio para poder conseguir los recursos materiales y económicos necesarios, en donde ningún aspirante quede afuera».
«Este convenio nació sin intereses mezquinos ni distinciones de partidos políticos.Contamos con la gran ayuda de nuestro intendente capitalino, Gustavo Sáenz, y al presidente de la cooperadora asistencia de Salta, Pablo Outes. Ambos confiaron desde un primer instante al igual que la Secretaría de Deportes provincial y la Unión de Rugby local», apuntó.
«El proyecto es mi vida, amo lo que hago», destacó Ferreyra, quien concluyó: «Queremos que los niños sean mejores personas cada día, un cambio posible que con muchísimo amor y esmero vamos logrando, con este proyecto no buscamos que sean mejores jugadores, sino educadores de sus entornos. Los resultados están a la vista, son rápidos y muy alentadores, regresan a la escuela, comparten con sus familias, se convierten en abanderados solidarios, aprenden a perseverar, abandonan los vicios y eso simplemente nos alienta el alma».
FUENTE INFOBAE