Se develó el misterio, de la escultura que apareció en Mar del Plata
Se trata del conocido cirujano plástico de esa ciudad Mario Magrini (65). Fue hecha en 1996 y dijo que “era el momento de soltarla para que fuera de todos”. Por qué la hizo y cómo la colocó en Playa Chica
El misterio de la escultura de Playa Chica finalmente se develó. La obra, que representaba a una mujer sentada sobre las rocas de la costa marplatense, había sorprendido tanto a veraneantes como a los locales, incluso a su intendente Guillermo Montenegro, que en un tuit publicado el domingo pasado había expresado ese asombro y además señaló que “para instalar estas obras se requiere de un procedimiento especial”. Concretamente, nadie sabía quién era su autor ni qué representaba. Así, desde el gobierno municipal comenzó la búsqueda del escultor, que culminó hoy con una conferencia de prensa.
Quién hizo a la mujer que mira al mar es nada menos que un conocido cirujano plástico marplatense llamado Mario Magrini, también familiar en el circuito cultural de esa ciudad. Sus padres -Norma Fuloni y Mario Magrini- fueron los fundadores de la conocida Guardia Nacional del Mar. Allí, antes de ingresar a estudiar medicina, el joven Mario era parte de la Banda de Música, en la que tocaba el redoblante. Además, fue escenógrafo “de obras del jardín de infantes de mis hijos hasta una ópera Tosca de Puccini, que se interpretó en la ciudad en 1995 con la participación de artistas locales y de La Plata”.
El médico, de 65 años, tiene una fuerte inclinación hacia las artes plásticas. Incluso existe una galería virtual con obras suyas que se puede apreciar en el sitio de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. Pero esta vez, su obra fue especial.
En la conferencia de prensa que brindó esta mañana en Villa Victoria junto al Secretario de Cultura Carlos Balmaceda y la Directora de Restauración de Monumentos Históricos, Costanza Addiechi, Magrini comenzó diciendo que “este anonimato fue buscado no como una estrategia de marketing, sino para que la protagonista sea solo la obra misma. Y de allí, en un entorno que la completara y con la aparición inesperada y sorpresiva, poder averiguar qué despertaba en las personas que la veían. Estas características le dieron un halo de misterio, que enriqueció y hasta superó a la obra misma”.
También contó que la obra no es nueva: “La hice hace 25 años, a fines de enero de 1996. La escultura nos acompañó por mucho tiempo a mi familia y a mi. Era momento de soltarla para que sea de todos…”. Asimismo, reveló que jamás tuvo nombre.
Sobre las repercusiones de su obra, el autor se mostró complacido. “Todavía no puedo entenderlo ni decodificarlo, pero es algo maravilloso que nunca pensé. Me supera y me halaga. Estoy muy feliz”.
Hubo diferentes interpretaciones: desde que era una modelo de una escuela de arte o una antigua novia del autor, que la había realizado una ceramista hasta que era un homenaje a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Nada de eso. Sin embargo, no profundizó acerca de quién es la mujer, sino que “forma parte de una etapa de mi vida, de un momento, un sentimiento, de una situación difícil que no fue mía sino de toda mi familia. No me parece importante en este momento, fue importante en aquel momento”, y completó: “No está inspirada en nada, ni en nadie específicamente. Tiene forma de mujer pero representa el sentimiento de un grupo de personas, de una familia. Es una emoción que tiene cuerpo de mujer, pero es colectiva ”.
Hecha en cemento, con una estructura de hierro y pintada con acrílico, el autor reveló que su color original era terracota. “Empecé a restaurarla para que tuviera el mismo color de las piedras, para que no molestara en el paisaje, sino que formara parte de él”.
La idea de colocarla a la vista de todo el mundo, confesó, fue de “una amiga arquitecta me dio una transgresora idea: irrumpir en el espacio público y ver cuál era la reacción de la gente. Lo pensé en chiquito, como una travesura de la noche”. El sitio que escogió fue “un lugar privilegiado, un balcón del mar, donde uno se puede sentir solo frente al inmenso océano”.
Ubicarla allí llevó a una pequeña operación nocturna, que pasó desapercibida hasta el día siguiente. “La instalé personalmente el 5 de febrero, la traslade desde casa, en mi auto y usé una zorra para llevarla hasta el lugar elegido. No puedo negar la taquicardia, pero también la emoción. La fijé con una mezcla de cemento y arena”, explicó.
Magrini también expresó su miedo a un posible robo o destrucción de la obra. De hecho, el último jueves sufrió la rotura del dedo de un pie, por lo que fue restaurada -aún sin conocer al autor en ese momento- por la propia Costanza Addiechi, que lo acompañó en la conferencia de prensa.
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