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Senadoras no quieren ser tildadas de ignorantes

Para nada dispuestas a dejar pasar la situación se mostraron dos senadoras durante la sesión de este jueves, cuando consideraron que se estaba poniendo en duda su inteligencia.

Fue en distintos modelos y por diversos motivos, pero no dudaron en reaccionar. La primera fue la misionera Sandra Giménez, que arrancó una de sus intervenciones anticipando que iba a usar cinco minutos, “así que paciencia…”, pidió. Federico Pinedo, que conducía la sesión, le preguntó saber por qué tema era y luego le aclaró que no había “cinco minutos para pedir una preferencia”. “Sí hay, y está en el reglamento”, le aclaró la misionera muy convencida, cosa que el presidente provisional rechazó, entre risas, aclarándole que había un plazo “para pedir un tratamiento sobre tablas”.
Lo cierto es que Giménez habló, pero se ve que se quedó “con la sangre en el ojo”, y más tarde volvió a la carga. Pinedo le aclaró que ya le había dado la palabra “cuatro veces”, pero Giménez venía por otro lado: “Señor presidente: no voy a dejar que usted me trate de ignorante…”, le replicó la senadora, que ya se sabe que es de pocas pulgas. “No, de ninguna manera”, se atajó Pinedo, pero ella continuó: “…Ni de bruta, porque el reglamento, que a lo mejor usted no conoce porque hace muy poquito que inició y yo ya estoy cumpliendo el sexto año de mandato, en las disposiciones generales, relativo a la discusión, dice en el artículo 149 que las mociones de preferencia, de sobre tablas y de reconsideración se discuten brevemente, no pudiendo cada senador hablar sobre ella más de una vez y no más de cinco minutos”.
“Bueno, ya habló cuatro, señora senadora”, señaló Pinedo, tratando de salir airosamente de la situación, a lo que la misionera insistió diciendo que “con excepción del autor que puede hablar dos veces”, y remató: “Señor presidente, le recomiendo que siga estudiando”. “Está bien, entonces la próxima vez le voy a dar una sola vez la palabra”, concluyó Pinedo, sin perder la compostura. “¡Por tema!”, exclamó Giménez, que se quedó con la última palabra.

El otro caso fue protagonizado por la radical tucumana Silvia Elías de Pérez, al tratarse el proyecto que establece un monotributo especial para pequeños productores cañeros”. Tras su intervención, el exgobernador José Alperovich, que no la quiere para nada, pidió la palabra y tras aclarar que había pensado no hablar, lo hacía porque le dolía la ignorancia: cuando gente, en este recinto, habla por hablar y no conoce el tema”. Tras su intervención, previsiblemente, volvió a hablar la senadora radical, advirtiendo que ella acepta “todos los calificativos que me puedan poner en este recinto para disentir con lo que digo. Esas son las reglas de la democracia (…) Ahora, no acepto ser llamada ignorante. ¡No lo acepto!”, y planteó una cuestión de privilegio contra el exgobernador kirchnerista, que le pidió entonces disculpas. “No le digo ignorante. Cambio: ¡por favor, no le mienta a la gente para obtener dos votos más!”, exclamó, a lo que Elías de Pérez volvió a reaccionar: “¡Ahora me llama mentirosa!”.

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