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Un conocido boliche de Yerba Buena se volvió miniservice

De la noche a la mañana las cosas cambiaron para Javier Farhat. Y en su caso, no puede ser más literal. En nombre de la pandemia y con la premisa que ahoga a los comercios en estos meses de cuarentena, “reconviértete o desaparece”, Recórcholis se transformó en un almacén. Aquello que durante más de 23 años fue el boliche insignia de los tucumanos, por el cual pasaron tantas generaciones, hoy es ni más ni menos que un miniservice.

Claro está, ya no abre sus puertas en la noche, sino que sus “luces se encienden” temprano en la mañana. A esa hora, los proveedores ingresan al local -improvisado en uno de los espacios que funcionaba como VIP dentro de la discoteca- con alimentos, bebidas y artículos de limpieza. Su nombre también cambió y hasta hay carteles en la mítica esquina de Remedios de Escalada y Aconquija en Yerba Buena, escritos con tiza de colores, anunciando las ofertas del día. 

“Quedarme de brazos cruzados, esperando que alguien me solucione las cosas no era una alternativa. Creeme que es peor”, argumenta con seguridad Farhat, quien tomó la decisión después de 30 días de confinamiento, ahogado por los costos y con un panorama desalentador para el sector.

Una estructura como Recórcholis implicaba en sus épocas de actividad (hace dos meses) alrededor de 80 personas trabajando un fin de semana. Entre seguridad, DJ, limpieza, personal en la barra, mozos y otros. La rueda giraba los viernes, como boliche, y los sábados o domingos como salón de fiestas. Hoy todo eso se esfumó, mucho antes de aquel 20 de marzo, en el que el Gobierno Nacional confirmó el inicio del aislamiento preventivo social y Oobligatorio.

Javier recuerda con tristeza el día en que cerraron las puertas por última vez. “Fue el 6 de marzo. Desde esa fecha, todo quedó tal como lo dejamos aquella noche”, rememora.

Desde el sector advierten que muchos locales no podrán volver a abrir sus puertas luego de que finalice el aislamiento. “No prevemos que la actividad pueda normalizarse este año; es más, nos imaginamos que recién en 2021 empezaremos a notar cierta normalidad en el sector”, advierte Farhat. Eso significa un sinfín de equipos en desuso. “Por primera vez en años no renovamos ni compramos tecnología para mantenernos en vanguardia”.

En todo el país hay alrededor de 3.000 discotecas. En Tucumán son cerca de 50, según estiman desde la Cámara Provincial de Discotecas y Afines. No son optimistas respecto a una rápida salida; de hecho, consideran que no será fácil acomodarse a los tiempos pos pandemia. Mientras tanto, trabajan en diferentes alternativas para sostener la actividad económica.

Rodolfo Di Pinto, presidente de la Cámara, enumera cuatro puntos clave: sueldos, alquileres, impuestos y aranceles. En esos ítems están las salidas para un rubro muy golpeado por la cuarentena. “Para ello proponemos tres opciones: exención impositiva, subsidios y créditos”, dice Di Pinto, titular además de la Federación de Entidades de Discotecas de la República Argentina.

“En el área servicios hemos avanzado con la inclusión de nuestro sector en los beneficios de las PYMEs. Sólo se va a pagar el 50% del consumo energético hasta en 12 cuotas sin intereses, multas, cargos por mora o recargos. Vamos a seguir trabajando con el Ersept en otros puntos”, detalló y adelantó que hoy se reunirán con autoridades del Ministerio de Trabajo de la Nación para resolver cuestiones vinculadas al personal que dependen de los boliches en el país.

Como quien no quiere la cosa, y para no perder el sello de Recórcholis, si vas al súper, es con buena música. Apenas pasás la puerta, el ritmo te levanta el ánimo. Aunque sin DJ, pero con una playlist seleccionada por los que saben, podés elegir entre dos variedades de arroz o algunas latas de conserva mientras se escucha a David Getta.

Entre las heladeras donde se exhiben los lácteos, gaseosas y jugos y en medio de las estanterías con los productos secos, los cristales de las luces en el techo reflejan la luz del sol en las paredes, que son rojas. Quedaron de cuando ahí había fiesta y ese toque le suma noche al almacén.

Dentro del lugar, hay también un espacio especial para las bebidas alcohólicas y aperitivos, con las mejores marcas a disposición.

Las colas en la puerta de Recórcholis eran una constante. Desde temprano, los que querían evitar el amontonamiento en la noche de boliche (y por qué no, pagar menos) llegaban antes de la 1.30. Los demás, caían después de la “previa”. Todos querían estar adentro.

Ahora, con la pandemia, las cosas cambiaron. Y para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias y evitar las filas afuera (como ocurre en algunos supermercados), en Recórcholis los reservados funcionan como lugar de espera. Con mesas y sillas separadas por dos metros de distancia, los clientes pueden aguardar sentados y cómodos su turno para entrar al almacén.

Antes de pasar, los vecinos deben limpiarse las suelas de los zapatos con unos paños con lavandina y llevar el barbijo obligatoriamente. Además se entrega alcohol en gel para asear manos y productos en caja.

Quienes pasan por ahí, sonríen y se alegran. Siempre es una buena noticia, ver que las cosas siguen en pie, aunque ya no del mismo modo.

“La gente lo toma como algo divertido. Venir a comprar acá, donde en algún momento vinieron a bailar, les parece gracioso”, cuenta Farhat
. Y aclara que el emprendimiento no es un “megasuper” sino un modesto miniservice con buenos precios y bien abastecido.

“Muchos amigos se alegraron y nos apoyaron en esta decisión. Desde un primer momento nos dieron muchas manos para arrancar”, resalta el empresario. /

La Gaceta
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