Una acróbata argentina murió tras caer desde diez metros minutos antes de un show
Una acróbata argentina falleció al caer de 10 metros de altura durante un ensayo para el Festival Santa Lucía de Monterrey. Tenía 35 años y era integrante del grupo de danzas aéreas Elevé.
El accidente que terminó con la vida de María de los Ángeles Nieto ocurrió el sábado a la tarde y según informó Protección Civil de Nuevo León, la caída mortal fue a las 19 (hora local) cuando la artista practicaba su rutina para el espectáculo Supernova, en la Explanada de los Héroes, frente al Palacio de Gobierno.
El arnés que la sostenía se rompió y María de los Ángeles murió en el acto. De todos modos, la ambulancia tardó media hora en llegar. Las autoridades continúan investigando cuáles fueron las causas del incidente fatal. «La China» cómo le decían sus amigos, también era instructora de yoga.
Elevé es una reconocida compañía de danza, famosa por desarrollar imponentes espectáculos aéreos. Supernova era el nombre del show que el grupo iba a presentar. La particular coreografía se montaba sobre un cuadricóptero impulsado por una grúa hidráulica.
La hermana de María de los Ángeles y su cuñado, Andrés, viajaron a México para repatriar los restos de la «China». También fue Lola, su sobrina adorada.
En 2016, la joven fallecida comenzó a trabajar en comunicación en el gobierno de su provincia. Pero siguió en contacto con sus amigos del diario, que la recordaron con una emotiva y desgarradora nota:
«Murió una acróbata neuquina en México. Murió María de los Ángeles Nieto. Murió la China.
Hay noticias que golpean directo al corazón, sin piedad, sin pedir permiso.
Hay noticias que duelen por trágicas, por inexplicables, porque se llevan una vida llena de vida, de energía, de sueños perseguidos con un entusiasmo que hoy será difícil de recuperar.
Se fue la China. Se fue con su alegría, con esa sonrisa constante con la que pasó por la redacción de LM Neuquén durante seis años, con esa sonrisa imborrable con la que descubrió la danza aérea para dedicarle horas y pasión, disfrutando de las acrobacias que la elevaban de esta tierra desde donde tanto se la va a extrañar.
Se fue la China. La que siempre te esperaba con una sonrisa, la que te ofrecía un mate y te hacía sentir la calidez que transmitía, la que recordarán decenas de amigos y colegas a los que hoy nos hermana la misma triste sensación en el pecho.
Se fue la China. Se fue con su alegría, esa que hoy nadie tiene cuando nos saludamos en el diario, la que se nos borró por estas horas en las que intentamos entender lo incomprensible, esa alegría que surgía tan fácil con ella cerca, en la redacción, en la calle, en un recital, en una sobremesa.
Hay noticias que solo se asimilan con el tiempo, que, dicen, todo lo cura al final. Pero ahora duele. Duele porque a veces el adiós llega demasiado pronto, duele porque todos los que la conocieron la descubrieron así de feliz, así de sencilla, así de especial»