Una economía con muchas dudas y pocas certezas
En la semana que pasó, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de Presupuesto Público 2019, cuyas proyecciones generan muchos interrogantes. Un análisis de lo que se sabe o lo que no de lo que podría pasar en los próximos meses

Pasaron 10 meses del año en curso y, en estos trescientos días, pasó de todo en la economía argentina. Por ello, da la impresión que transcurrió más tiempo. Desde aquel anuncio del 28 de diciembre del 2017, cuando se proyectaban metas de inflación del 15% para el año, un dólar a $22 y un crecimiento de la economía del 3%, el escenario no es ni por asombro el proyectado a comienzos del año.
Hoy la economía atraviesa un proceso recesivo. Además, cuenta con el auxilio del FMI, quién provee los dólares necesarios para afrontar los compromisos financieros y en algo contribuir a solventar el déficit fiscal. En este sentido, la semana pasada, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al proyecto de ley de Presupuesto Público. Un proyecto que restringe gastos en infraestructura, prevé que la actividad económica tendrá una variación negativa de medio punto porcentual y reducirá a cero el déficit primario, es decir, antes del pago de intereses y con ello, las necesidades de financiamiento.
La pregunta clave es: ¿estas proyecciones son cumplibles? o, dentro de pocos meses, como pasó este año, estaremos con un escenario que diverge con el que establece la ley de Presupuesto. Para contestar a este interrogante hay que considerar qué se sabe y qué no, de lo que viene en el mediano plazo. Por ejemplo, se sabe que la recesión continuará en los próximos meses; que la inflación no cederá significativamente (serán registros inferiores a los de los últimos dos meses, pero que seguirán altos); que el dólar continuará mostrando vaivenes sin una tendencia muy definida y que, por lo tanto, no habrá relajamiento de tasas. Por otro lado, lo que no se sabe —y es crucial— es cómo se sale de la recesión y cuánto tiempo llevará.
La visión optimista da cuenta que la economía dejará de caer cuando empiece la cosecha de trigo, soja y maíz. Es otras palabras, la economía dejará de retroceder al incrementarse las exportaciones y registrarse ingresos de dólares comerciales. Sin embargo, cabe preguntarnos: ¿ayudará el clima? y ¿los exportadores irán liquidando la cosecha a la velocidad suficiente para oxigenar el mercado cambiario? Podríamos decir que esto permitirá dejar de caer, pero no garantiza por sí mismo un proceso de recuperación.
Por su parte, la visón pesimista da cuenta que con la cosecha no es suficiente para motorizar la recuperación y que, por lo tanto —en el mejor de los casos—se aplanará la recesión.
A estas dos visiones hay que sumar el factor expectativas. Es decir, los agentes económicos irán monitoreando de cerca la evolución de las cuentas públicas, la entrada de dólares comerciales de las exportaciones, la marcha del acuerdo con el FMI y, sobre todo, el factor político. La economía, se irá moviendo al compás de las encuestas. Será muy difícil que se pongan en marcha proyectos de inversión de envergadura si hay muchas dudas políticas, porque —en definitivia— son las que marcan las reglas de juego.