Una ordenanza que prohíbe fumar en las playas de Pinamar
Polémica por el cumplimiento .
PINAMAR.- La ordenanza por la cual Pinamar tiene «playas libres de humo» ha despertado un gran debate sobre el alcance de esa resolución y cómo hacerla efectiva. En las playas, aunque cada vez menos, aún se ven colillas tiradas en la arena, lo que genera algo de bronca en los bañeros, que las levantan una por una y las arrojan en un bidón. En primer lugar, está el enojo con la gente que las tira al suelo y, por otro lado, la demanda hacia el municipio de que se haga cumplir la ordenanza. Pero funcionarios de la municipalidad aseguran que la normativa tiene muchos puntos grises y que no es posible fiscalizar 22 kilómetros de costa.
El artículo tercero de la ordenanza establece: «En todas las Unidades Turísticas Fiscales administradas por el Estado Municipal y en los balnearios del sector público, deberá colocarse en el ingreso a las mismas un cartel que indique ‘playa libre de humo´», y explica que habrá una «superficie en cada una de las playas» donde se deberá instalar por lo menos un recipiente acorde para depositar las colillas de cigarrillos y solo se podrá fumar en una radio de cinco metros de los ceniceros.
«Nosotros hemos impulsado todas las ordenanzas a favor del medio ambiente, como eliminar los sorbetes o vasos de un solo uso, pero este caso es distinto. No tendría que haber una ordenanza, sino campañas de concientización. Por ejemplo, la ordenanza dice que solo se puede fumar a cinco metros de un cenicero, pero nadie va a ir a un corral, en el medio del día de playa, bajo el rayo del sol a fumar, hay que hacer reglas lógicas que luego la gente cumpla. Otro ejemplo es que la multa es del valor de 200 paquetes de cigarrillos, pero qué cigarrillos no especifica», dice Alejandra Apolonio, concejal de Juntos por el Cambio y expresidenta de la comisión de salud y medio ambiente. Ella votó en contra de dicha ordenanza.
La funcionaria aduce que la concientización es mejor que la prohibición, porque lo importante es, según Apolonio, que el fumador no tire la colilla al suelo, no el hecho de restringir el lugar donde pueden fumar. «La normativa establece el plazo de dos años para ir cumpliéndose y por ahora más que controlar nos estamos dedicando a educar, pero también hablaremos con los concesionarios de las playas para que vayan colocando ceniceros y carteles».
Manuel Truffano, de 56 años, está fumando un cigarrillo sentado en una reposera a metros de la orilla. Él dice no saber nada de la nueva ordenanza, pero, de todos modos, suele tirar sus colillas en una bolsa y luego en un tacho. «Es raro tener que fumar solo en lugares específicos cuando uno está en una playa pública, pero sí estoy de acuerdo con educar a la gente. Es tan simple como traerse una bolsa o usar una botella vacía para meter las colillas», dice.
«Todas las mañanas nosotros juntamos colillas de cigarrillos, yo no tengo poder de policía para que la gente no fume, pero sÍ les pido que no tiren la colilla a la arena. Para nosotros esta es nuestra casa y nos gusta tener la casa limpia, además de que cada colilla contamina 70 litros de agua. Mis hijos aprendieron a caminar en estas playas y las queremos mantener lo mejor posible, por eso la gente tiene que tomar consciencia», explica Adrián Godoy, de 47 años y bañero hace 24. Él junta colillas y luego las pone en un bidón para agua vacío y decorado con el #yoamomiplaya, que es una página de Instagram desde donde se intenta concientizar a la población.
Gustavo Zatti, otro bañero de 32 años, ayuda a Godoy a limpiar la playa, él trata de ir «con la mejor onda» a pedirle a la gente que no se olvide de usar los cestos, botellas y bolsas cuando el cigarrillo se acabe y quede solo la colilla.
«Al ser una ordenanza la tiene que hacer cumplir el Estado, y yo no vi gente del municipio caminando las playas para hacerla cumplir. Muchos concejales han votado en contra de esta ordenanza. Nosotros hace más de una década que limpiamos las playas y cada vez se ve menos basura, pero las colillas es lo que más encontramos. También hay que poner filtros en los desagües pluviales que llegan a la playa para que no traigan las colillas hasta las playas», dice Gastón Caminata, el presidente de la ONG Big Human Wave e impulsor de la medida.
«No se pueden fiscalizar 22 kilómetros de costa, yo tomé la decisión de no vetar la ordenanza porque tiene un buen fin, pero estuvo mal hecha, no hacía falta una ordenanza para eso, había que hacer una campaña de concientización», concluyó Martín Yeza, intendente del partido de Pinamar.