Una pericia del Gobierno confirmó que una minera chilena contaminó el lado argentino de la cordillera
El estudio encontró que la concentración de metales pesados en una laguna cercana es hasta 71 mil veces superior a lo recomendado.
Una pericia encargada por la Justicia al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable confirmó que la empresa chilena Antofagasta Minerals contaminó San Juan, a la altura del departamento de Calingasta. El estudio encontró que la concentración de metales pesados en una laguna cercana a la mina Los Pelambres es hasta 71 mil veces superior a lo recomendado. Y que nueve de las diez muestras de roca que se tomaron pueden desencadenar un proceso capaz de generar daños irreversibles en el medio ambiente.
El tema fue puesto en agenda tras una investigación de Infobae publicada en junio del año pasado. Todo comenzó cuando en 2004 el gobierno chileno autorizó que la poderosa Antofagasta Minerals instalara la escombrera Cerro Amarillo al norte de Los Pelambres, la séptima mina de cobre más grande del mundo. La empresa arrojó allí todos los desechos de su producción entre 2007 y 2012. Un año antes la firma se percató que la mitad de ese «megabasurero» minero está del lado argentino de la frontera. Son 52 hectáreas, algo así como 70 canchas de River Plate, en los que están alojadas 20 millones de toneladas de rocas supuestamente estériles, pero potencialmente contaminantes.
En el Gobierno argentino conocen la existencia de la escombrera al menos desde 2014, aunque el tema se mantuvo en las sombras. Este medio publicó hace unos meses, a partir de un pedido de acceso a la información pública, un estudio realizado ese año por el Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar), que al igual que la pericia que ahora se conoció también halló niveles altos de metales pesados en una laguna y un arroyo ubicados en el valle del río de la Carnicería, que alimenta al río San Juan.
Habrá que ver cómo repercute este nuevo estudio en las relaciones bilaterales con Chile. Está probado a partir de una serie de mails publicados por la prensa del país vecino que el gobierno trasandino ayudó a la empresa a liberarse de culpa y cargo. En concreto, el Ministerio de Minería que conduce Aurora Williams, una ex empleada de Antofagasta Minerals, participó de una maniobra para hacer pasar un estudio del laboratorio privado SGS, que trabaja para la minera, por una pericia oficial que arrojaba que no había indicios de contaminación. Hubo también otras gestiones de dudosos fines.
La pericia
El nuevo análisis del gobierno argentino al que Infobae accedió confirmó lo que otros estudios ya habían detectado: que «la presencia de la Escombrera Cerro Amarillo constituye una fuente cierta de dispersión de sustancias contaminantes» y que es «una fuente de generación de Drenaje Ácido de Roca y metales pesados con potencial de generar un daño ambiental».
Lo primero que advirtieron los expertos del Ministerio de Ambiente es que la escombrera no está aislada. No hay ninguna obra para contener el flujo de sus aguas. Es un tema fundamental, ya que mientras los ambientalistas reclaman su remoción, Antofagasta Minerals se había comprometido a realizar un trabajo de aislamiento que, según la pericia, no parecería haber comenzado.
Con respecto a las lagunas que están alrededor de la escombrera, la pericia detectó que «una porción sustancial de la superficie de las lagunas se encuentra directamente ocluida por la escombrera, lo cual supone una afectación directa del 53% de la superficie original de las lagunas«. En otras palabras, desaparecieron la mitad de los cuerpos de agua por acción directa de la minera chilena. Esa superficie podía ascender al 94% por la influencia de los ciclos hidrológicos.
Con respecto a la calidad de las aguas que descienden de la escombrera y desembocan en el Río de la Carnicería «se observó una afectación con metales pesados significativa en el punto de muestreo más cercano a la escombrera».
En las lagunas más próximas a la escombrera se detectaron «altas concentraciones de sulfatos, lo que constituye un indicador de un posible proceso de acidificación» que también «se observa en las variaciones de pH de los distintos cuerpos de agua de la zona». Asimismo, se encontraron de manera significativa nitratos y nitritos que provienen de los explosivos utilizados por la mina.
Pero lo que más preocupa es que las concentraciones de metales pesados y otros elementos en esas lagunas «se ven incrementadas por la influencia directa de la escombrera» y «alcanzan valores que se encuentran hasta 71 mil veces por arriba de los niveles regulados» por el reglamento de la ley de residuos peligrosos.
Aquí hay que hacer una salvedad: los peritos subrayaron que no hay dudas de la relación causal entre las altas concentraciones de metales en la escombrera y en los cuerpos de agua aledaños, lo que queda claro, entre otras cosas, por los altos niveles de cobre, que es el mineral que se extrae de Los Pelambres. En la pequeña laguna LC04 hay 142.900 miligramos de cobre por litro, cuando el valor recomendado para la vida acuática es de 2 miligramos por litro. Los valores, a su vez, descienden a medida que el agua se aleja del botadero.
Pero la única preocupación no es por el cobre. En ese cuerpo de agua, la concentración del aluminio, por ejemplo, es 19 mil veces superior a la recomendada; en el caso del manganeso es 154 veces mayor. También es más de 100 veces superior la concentración total de metales pesados como el cadmio o el cinc.
La última cuestión que destacaron los especialistas tiene que ver con la capacidad de la escombrera de desarrollar Drenaje Ácido de Roca (DAR), que es un proceso que genera ácidos capaces de disolver metales y transportarlos a los cuerpos de agua. Puede perdurar por siglos si no es manejado adecuadamente y los daños que provoca pueden llegar a ser irreversibles. De las 10 muestras que se tomaron de la escombrera, nueve son capaces de generar DAR. «Existe un gran posibilidad de que estos metales lleguen a los suelos y a las napas generando contaminaciones«, fue la conclusión.