Unicef alerta que las nuevas tecnologías suman peligros para la niñez
Un informe advierte que fomenta nuevas formas de abuso y explotación infantil.En Argentina, 8 de cada 10 chicos están conectados.
Cada año, Unicef publica un informe sobre el Estado Mundial de la Infancia. En este 2017 se llama “Niños en un mundo digital” y por primera vez analiza las diferentes formas en que la tecnología afecta las vidas de los más pequeños y los adolescentes en los distintos países.
El informe hace hincapié tanto en los peligros que suponen las redes para los chicos y también en las oportunidades que se abren. Como dice Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF: “Para bien o para mal, la tecnología digital es un hecho irreversible en nuestras vidas. En un mundo digital, nuestro doble desafío es saber cómo mitigar los daños y maximizar los beneficios de internet para cada niño”.
En Argentina, 8 de cada 10 chicos se conectan a Internet, y la mitad está conectada casi todo el día. Uno de cada tres usuarios en el mundo tiene menos de 18 años. Pero las desigualdades son enormes: en África, el 60% de los niños y jóvenes están desconectados, mientras que en Europa sólo el 4% no accede al mundo digital.
Otra gran barrera es el idioma: el 56% de todos los sitios web están en inglés y muchos niños no entienden los contenidos Esta desconexión “agrava las inequidades y reduce la capacidad de los niños para participar en una economía cada vez más digital”.
El informe subraya que estas nuevas tecnologías están intensificando los riesgos tradicionales de la niñez, como la intimidación, y fomentando nuevas formas de abuso y explotación infantil, como el material con contenido de abuso sexual infantil y la transmisión en vivo de esos abusos: “Los depredadores pueden comunicarse más fácilmente con niños desprevenidos a través de sus perfiles en las redes sociales y los foros de juego anónimos y sin protección”.
Lo bueno y lo malo, lo positivo, y lo negativo, el informe vuelve una y otra vez a esta dualidad de las tecnologías. Habla de las ofertas de ocio digital, que estimulan la creatividad y amplían el acceso a una gran cantidad de contenido enriquecedor y entretenido, y su contraparte: la dependencia digital y la “adicción a la pantalla”, entre los niños. Y también el contraste entre la libre expresión de ideas y a su vez la propagación de discursos de odio.
En noviembre detuvieron en Capital y el Conurbano a nueve adultos acusados de contactar a nenes y nenas a través de las redes sociales para obtener imágenes de tipo sexual y traficarlas. Los casos son cada vez más frecuentes.
El informe presenta testimonios de chicos y su relación positiva o negativa con las tecnologías, como el nene con parálisis cerebral que interactúa en línea en igualdad de condiciones que los demás niños, la nena que huyó de la violencia en Siria y puede aprender con una tablet en un campo de refugiados, el bloguero en el Congo que a través de internet viraliza los problemas de su comunidad, la niña a quien le prohíben conectarse (según el informe, las mujeres tienen un 12% menos de acceso a las tecnologías que los varones), el nene que sólo vive para los videojuegos, otro que fue impulsado al suicidio por el acoso cibernético, o la nena de 14 años cuyo ex novio le subió imágenes desnuda, o la niña de 8 años en Filipinas obligada a realizar actos sexuales por un vecino que opera un sitio web de abuso sexual infantil.
El Estado Mundial de la Infancia 2017 recomienda seis acciones prioritarias para aprovechar el poder de la digitalización beneficiando a los más desfavorecidos y limitando el daño entre los más vulnerables. Son: garantizar el acceso de los chicos a recursos en línea de alta calidad, protegerlos de los abusos, la explotación, la trata, el acoso cibernético y la exposición a materiales inadecuados, proteger su privacidad e identidad, alfabetizarlos digitalmente para que estén informados y seguros, que el sector privado tenga la ética para proteger a los niños y ponerlos en el centro de la política digital.
“Internet fue diseñado para adultos, pero los niños y los jóvenes lo utilizan cada vez más, y la tecnología digital afecta cada vez más sus vidas y su futuro -dice Lake-. Por ello, las políticas, las prácticas y los productos digitales deberían reflejar mejor las necesidades, las perspectivas y las opiniones de los niños.