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«El voto electrónico no es seguro»

 

Es lo que nos dice Javier Samaldone, un especialista en infórmatica que tuvo una charla con Café Prensa

En un sentido estricto denominaremos voto electrónico a los mecanismos diseñados para emitir y contar los sufragios en un único acto, a través de algún sistema informático instalado y en funcionamiento en el lugar mismo donde el elector concurre a expresar su voluntad política. Se puede leer en el libro Voto electrónico, una solución en busca de problemas».

«Es algo opaco en algo complejo donde debería ser lo más simple. El votante debería tener la menos complicaciones posibles.El sistema informático es extremadamente complejo.Todo consiste en preservar el secreto del voto.Esa es la clave. No debemos retroceder con este sistema.», asegura Smaldone.

«En EEUU, hay una Comisión de Inteligencia del senado está investigando tema de las últimas elecciones. Afectaron , dicen, sistemas infómaticas. Decenas de especialista dijeron que hay reemplazar las máquinas por boletas de papel, recomiendan hoy.», precisa el especialista.

«En diversos países del mundo están presionando para volver a la boleta papel. El sistema electrónico se está haciendo muy dudoso. El resto del mundo tiene la sana experiencia de mirar el resto del mundo. Hubo problemas de todo tipo en las elecciones donde se usó el voto electrónico.En Holanda que fue el primer país donde se uso el sistema informático, volvió a la boleta papel.»

Cualquier persona sabe cómo verificar, con solo mirar, que una urna está vacía o que un precinto de seguridad está intacto, y el sistema educativo apunta a garantizar que todas las personas sepan leer, escribir y contar. Pero estas habilidades son inútiles a la hora de ver qué pasa “dentro” de una urna electrónica: la inspección ocular no sirve para ver si está vacía sino que es necesario usar un programa diseñado a tal fin, que imprima un ticket que diga “sí, estoy vacía”. La pregunta es: ¿Podemos creerle?

Cuando la urna imprime los resultados, los obtiene de operar sobre sus registros internos, almacenados en medios magnéticos que los fiscales no pueden leer por sus propios medios. La única “comprobación” posible de que la urna está efectivamente vacía, o de que los totales son correctos, es repetir la operación, la que previsiblemente dará siempre el mismo resultado. Aun si confiáramos en que el programa de la urna es correcto, el fiscal promedio carece de los conocimientos y las herramientas necesarios para comprobar si el programa que está instalado en la urna ha sido adulterado o no.

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