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El Periodismo, esa «actividad fosfórica» cuya cuna se guarda en Cafayate

Desde los tiempos del Virrey Vèrtiz el periodismo tuvo protagonismo en el Rio de la Plata. Sospechado por los regímenes monárquicos estaba controlado cuando no prohibido por considerarlo una «actividad fosfórica». Vèrtiz, sin embargo, permitió que las primeras páginas impresas de noticias comenzaran a publicarse en la Imprenta de los Niños Expósitos, que hoy se encuentra en la ciudad de Cafayate.

El Periodismo como actividad intelectual siempre resultó sospechosa para los regímenes absolutistas. De hecho, durante la colonia no tiene información de haya existido tal actividad. La divulgación de ideas por la prensa siempre fue censurada, controlada y últimamente comprada.

Fueron los jesuitas quienes introdujeron la imprenta en 1764 instalándola en el Colegio de Monserrat en la Ciudad de Córdoba, la que más tarde se llevaría a Buenos Aires en 1780 donde se establece la Real Imprenta de los Expósitos por mandato del Virrey Juan José Vèrtiz, hombre de talante progresista quien puso al frente al extremeño, Francisco Cabello y Mesa. Allí se imprimían libros con cuya venta se solventaban los gastos de esa casa que recogía a los niños huérfanos o abandonados, de allí el nombre de Expósitos, porque eran expuestos.

Esa máquina, de un valor histórico incalculable se halla hoy en la Ciudad de Cafayate sin ninguna referencia o cuidado especial para tan preciado testimonio ya que en la misma, en 1801, Manuel Belgrano publicó el primer periódico del Río de la Plata, el «Telégrafo Mercantil» donde desarrollaba sus ideas para formar un país.

Una década más tarde, Mariano Moreno, publicaba allí «La Gazeta de Buenos Ayres», hoja fundamental para la transmisión de las noticias de la Primera Junta. En esa imprenta se publicaron los primeros Decretos del Gobierno criollo y desde allí se hizo realidad aquello que Moreno decía que «Las ideas de la revolución deben caer sobre Buenos Aires como una llovizna a través de la prensa».

Hacia 1824 por iniciativa de José Ildefonso Álvarez de Arenales se consigue que la dicha imprenta sea vendida a Salta por la suma de $ 457 con 5 reales, transacción aprobada por Bernardino Rivadavia, siendo el primer impresor Hilario Ascasubi quien dio a luz en ella a la primera publicaciòn llamda «La Revista Mensual de Salta», aunque de corta duraciòn ya que cesarìa hacia 1825.

Esa imprenta quedaría al servicio del Estado hasta 1867 para imprimir la papelería oficial. Cuando ocurre la invasión de Felipe Varela a Salta se cuenta que con el plomo de sus tipos se fundieron municiones para las armas que se utilizaron en la defensa de la plaza.

Desde aquellos tiempos el Periodismo fue la sombra de la Patria porque no existe hecho político en la historia argentina que no haya sido anticipado por la Prensa. También la literatura romántica con la Generación del ’37 aportó sus primeras ideas a la formación de un país. Incluso Justo José de Urquiza comprendió la importancia de la prensa y así llevaba una imprenta volante entre la logística de su ejército desde donde se publicaba un diario «Porque todos debían estar informados».

Cuando Juan Manuel de Rosas impuso la censura los primeros pensadores del país, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi y otros debieron emigrar y desde los periódicos de Chile o Uruguay aportaron las ideas base que luego se incorporarían a la Constitución Nacional.

Bartolomé Mitre desde «Los Debates» planteaba los beneficios del liberalismo y desde «La Capital» los autonomistas rebatían esos argumentos. Fueron los diarios los primeros parlamentos del pueblo, incluso más tarde, José Hernández, publicaría en los diarios las ideas que luego serían transformadas en las primeras leyes del Parlamento de Buenos Aires.

Con la inmigración llegó la revista y también el humor político en publicaciones como la celebrada «El Mosquito» o «El Torito», la primera que caracterizaba a Julio Argentino Roca como un zorro o a Hipólito Yrigoyen como un «peludo». El humor gráfico y el poder jamás tuvieron buenas relaciones.

La prensa abrió el camino de la democracia consagrando a Don Hipólito Yrigoyen como presidente de la Nación, pero también desde los diarios se lo defenestró y se saludó el golpe del general salteño, José Félix Uriburu el 6 de Setiembre de 1930.

Este comportamiento será cíclico hasta avanzado el siglo XX teniendo su eclosión con la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia, momento en que aparece la idea de grupo periodístico asociando a diarios y radios en paquetes. Nace allí la televisión con la primera transmisión del acto del 17 de Octubre de 1951 comandado por Eva Perón.

El derrotero de la prensa en la Argentina fue zigzagueante según su cercanía con el poder de turno. Fue víctima de los gobiernos militares que censuraron diarios, radios y canales de televisión. El Periodismo impuso modas y modismos mientras daba para la historia nombres que jalonan con lustre la historia de la publicación de ideas.

Hoy, vemos agonizar a ese Periodismo de fuste, fuerte en la palabra y firme en las convicciones. Se confunde al periodista con el formador de opinión; el primero es doctrinario, el segundo un sicario que publica a pedido de sus jefes de turno. La pauta publicitaria ha sido bastardeada en su origen y sentido y se utiliza para disciplinar a la prensa.

Las imprentas, aquellas ruidosas Garaventas, las chapas, los negativos y las fuentes que se compraban para armar los diarios son cosa del pasado, desconocidas para muchos. Las emisoras de radio con esas válvulas enormes y la cabina de operación similar a un estudio de la Nasa también.

La computadora lo ha reducido todo, incluso el cerebro. El Periodismo es el campo de oportunistas y vagos a sueldo estatal, verdaderos ágrafos y semianalfabetos sin vocabulario, sin contenido clásico, sin estima ni pasión por lo que hacen. Ya casi no hay «tinta en la sangre»…

Pero quedan todavía Periodistas que se mantienen firmes, resistiendo a la decadencia, produciendo cuando otros copian y pegan…, cada vez son menos, pero resisten a pie firme, lo mismo que esa Imprenta de Cafayate, que en su anonimato sigue siendo el último ícono de una prensa que contribuyó a la formación de lo que fue un gran país.-

NOTA ;POR ERNESTO BISCEGLIA.-

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