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Secretos y miserias del abogado de Susana Trimarco

Hace cinco años decidí escribir una obra sobre Susana Trimarco, el que sería mi noveno libro de investigación.

( NOTA de  periodicotribuna.com.ar) Allá lejos y hace tiempo, quien motivó la inquietud en mi persona sobre este caso fue Julio César Ruiz, titular de la fundación Adoptar de Tucumán. Una de las mejores personas que conocí en mi vida, dicho sea de paso.

Trabajé como siempre, con responsabilidad y cuidado, sobre la base de entrevistas y documentos, pero sobre todo en lo que dice el expediente ad hoc. En esos días avanzaba en mi libro sobre Aníbal Fernández y sus vínculos con el narcotráfico, que finalmente fue publicado en 2016.

Luego, llegó el momento de dedicarme a plasmar lo investigado durante años sobre la madre de la evaporada Marita Verón. Hoy en día debo confesar que jamás sospeché que me traería tantos dolores de cabeza.

Algo debí imaginar en 2012, cuando hice pública mi idea de indagar sobre Trimarco y publicar mis primeras notas periodísticas. Entonces, uno de sus abogados, el errático Carlos Varela Álvarez —a la sazón defensor del narcoterrorista Monzer Al Kassar— empezó a injuriarme públicamente, acusándome de haber sido “pagado por la mafia”.

Ciertamente, lo subestimé… y me equivoqué. En lugar de reírme, tendría que haber sabido que el ataque de Varela Álvarez era el preludio de lo que vendría posteriormente.

Con el libro recién salido a la venta, empezó el ataque por parte de otro de los abogados de Trimarco, Carlos Garmendia, un personaje al que jamás le di mayor importancia y que terminó operando como punta de lanza de la madre de Marita Verón.

Me detengo en su persona porque es quien ha decidido salir a responder todas y cada una de mis intervenciones en los medios de comunicación tucumanos.

Está en su derecho, está claro, pero no puede manejarse de la manera en que lo hace, a través de la infamia y la amenaza velada.

Hoy mismo, por caso, salió a criticarme duramente y a asegurar que me va a llevar a juicio por lo que he publicado en mi libro. No es algo que me preocupa, todo lo contrario: soy el periodista más querellado penalmente en la Argentina y jamás he perdido un solo juicio. Ergo, sus palabras lo único que lograrán es que mi obra se venda mucho mejor.

Sin embargo, su diatriba no es la de un abogado preocupado por la imagen de su cliente, sino una bravuconada que busca atemorizar a los colegas que me entrevistan en estos días.

Tengo un par de preguntas a ese respecto: ¿Cómo es que Garmendia no me querelló antes, si vengo escribiendo sobre Trimarco desde hace un lustro? ¿Cómo es posible que desacredite mi libro siendo que les confesó a sendos periodistas tucumanos que no lo había leído aún?

Más aún: ¿Por qué no me hace juicio de una vez y por todas en lugar de amenazar desde hace semanas que impulsará el litigio y aún no me ha enviado siquiera una carta documento?

En la entrevista que le hicieron esta tarde, Garmendia sostuvo que jamás intenté hablar con él ni con Trimarco (una completa falsedad, aclaro). No obstante, admitió rápidamente que no había intención de él o su defendida de cruzarse conmigo en ninguna entrevista radial. ¿Cómo se entiende?

No fue la única incoherencia: el abogado aseguró que yo no cubrí el juicio por la desaparición de Marita Verón, lo cual me invalidaría a la hora de escribir un libro. ¿Sabrá el letrado que soy el único periodista que leyó el expediente completo? ¿No es más productivo eso que cubrir el proceso, que solo reflejó una partecita del caso de marras?

Mi obra es inobjetable, irrefutable… sencillamente porque gran parte se basa en la causa judicial y los peritajes oficiales. Todo ello enumerado foja por foja. Allí aparecen reflejadas las inconsistencias y contradicciones de su defendida. ¿Acaso Garmendia va a refutar las declaraciones de la mismísima Trimarco?

Es curioso porque el abogado no puntualiza en ninguna cuestión en particular a la hora de cuestionarme. Advierte que todo lo que digo es falso. ¿Todo? ¿Sabrá que, como dicen, “todo” es “nada”?

¿Qué parte de lo que digo es irreal, la militancia de Trimarco, los testimonios judiciales que la contradicen, o los millones que le dio el gobierno nacional y que constan en planillas oficiales?

¿Debo recordarle a Garmendia que no soy funcionario público, ni manejo fondos aportados por el Estado? ¿No sería mejor que le dijera a su defendida que termine de rendir la millonada que le “regaló” el kirchnerismo?

Solo en 2015, Cristina le «bajó» a Trimarco más de 23 millones de pesos. Cuando se le pidió rendición de cuentas, la madre de Marita Verón presentó tickets de compras de perfumes, supermercados, carnicerías, ferreterías, estaciones de servicio y facturas de telefonía celular sin identificar a quienes pertenecían las líneas. ¿Por qué no aclara este tópico el letrado?

En este punto, cabe recordar quién es Garmendia, al menos para entender por qué se ha decidido a no dejarme promocionar mi libro tranquilo, como él mismo ha admitido. “No podemos permitirlo”, se sinceró hoy.

En diciembre de 2015 fue detenido por “desorden”, luego de salir en defensa de un conductor que atropelló a un policía y huyó abandonando a la víctima. Como puede verse, un buen samaritano.

Poco después, en julio de 2016, el Tribunal de Ética del Colegio de Abogados de Tucumán decidió suspenderlo —lo dejó sin matrícula— por extorsión y hostigamiento a una delegada gremial.

A diferencia del abogado, jamás he sufrido sanción alguna. Eso muestra a las claras quién es quién y dónde está parado cada uno en esta vida.

Finalmente, insisto en dos puntos: primero, si realmente estuviera seguro de lo que proclama no dudaría en cruzarse conmigo para debatir; segundo, debo agradecerle porque se ha convertido en el mejor propagandista de mi libro. No es poco.

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